Justo el lunes lo recordaba. Ya van casi 30 años -28 para ser exacto- desde que escuchamos los acordes de aquel “Moisés”, uno de los temas más emblemáticos de nuestro Tony Croato. Tal vez lo es por lo que supuso su protagonista para la cultura popular. Un manatí encontrado varado y, posteriormente , acogido por la entonces naciente Red caribeña de Varamientos. Gracias a su historia, más de una generación de puertorriqueños supo como nunca sobre esta especie en peligro de extinción. Se realizaron campañas de orientación, se levantaron fondos y, sobre todo, se creó conciencia sobre las prácticas adecuadas para proteger esa especie. Pero en lugar de avanzar en la protección de estos mamíferos acuáticos, parece que hemos retrocedido.
Precisamente el lunes conversaba con Nilda Jiménez, bióloga del Departamento de Recursos Naturales y Ambientales sobre un incidente en el que dos manatíes fueron encontradas muertas cerca de la costa en Humacao. ¿La causa? Como suele ser el caso, la mano humana. Porque somos nosotros los principales enemigos de esta especie. Destruimos su hábitat y, para añadir al agravio, les matamos utilizando motoras acuáticas y botes demasiado cerca de la costa. Según la funcionaria, en lo que va de año nada más han habido 11 incidentes con manatíes y todos, invariablemente, están vinculados a prácticas irresponsables en las costas del país. “Los números (de incidentes con manatíes) están aumentando (…) Los estamos matando (…) Probablemente vamos a ser testigos de su extinción”advirtió.
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Esa advertencia parecería exagerada a no ser por los números. Hace unos años, la población local de manatíes rondaba entre los 500 y 700 ejemplares de la especie. Pero según el científico, en la actualidad apenas quedan cerca de 300. Ese número y el aumento en los crecientes incidentes con estos en las costas locales, no hacen más que acercarnos a su desaparición. Para que usted tenga una idea, para que la especie salga de la lista de animales en peligro de extinción debe tener una población local de cerca de 3 mil ejemplares. Así que haga números. En ese contexto, el Centro de Manatíes de Puerto Rico (un referente para centros de su tipo en Latinoamérica) hace lo posible y más para ayudar en la conservación de esta especie con un presupuesto anual de medio millón de dólares. Pero el Centro entra a remediar lo que otros no atendemos.
Para comenzar, la conciencia sobre el uso de embarcaciones. Probablemente el Estado debería iniciar (quizá de la mano de organizaciones no gubernamentales) alguna campaña para retomar aquella empatía de antaño. Segundo, me parece que el asunto también tiene un elemento de cumplimiento de las leyes vigentes que quedan a cargo del Departamento de Recursos Naturales. Pero sin recursos o personal para fiscalizar el cumplimiento, las leyes se convierten en letra muerta. Aunque la agencia solicitó un presupuesto de $303 millones, la Junta de Control Fiscal apenas había recomendado unos $147 millones. El propio jefe de la agencia dejaba claro lo que supone esta insuficiencia de fondos. “Presupone un enorme reto para cubrir gastos de nómina, operacionales y otros de nuestra agencia”.
Ese escenario, que potencialmente afecta la conservación de los manatíes también ha tenido impacto en otras áreas como la conservación de zonas protegidas o en conservación que, sin el número correcto de vigilantes para fiscalizar el cumplimiento, en la práctica sólo tienen de zonas conservadas su nombre.
El cuento de nunca acabar en tiempos de la Junta. Cortar para pagar la deuda mientras el país se va haciendo pedazos. Quién sabe qué quede en pié cuando todo esto termine.