Urge atender la crisis climática porque se nos va el planeta, y con este la vida si no tomamos acciones de inmediato. Y es que, aunque la crisis es mundial, tenemos que comenzar a atenderla en Puerto Rico de manera directa e ininterrumpida, especialmente debido a las consecuencias catastróficas que hemos sufrido en nuestra historia reciente. Un primer buen paso es llamarlo como lo que es: una crisis. En Puerto Rico murieron alrededor de 5,000 personas a causa de los azotes de huracanes y esto es alarmante e inaceptable. Además de las pérdidas irreparables de vidas, los daños materiales se estimaron en sobre 80,000 millones de dólares.
Lejos de tomar acción sobre las recomendaciones de expertos y expertas mundiales en temas energéticos, ambientales y climáticos, el gobierno continúa con la privatización de nuestros recursos y servicios como por ejemplo, el nefasto contrato de LUMA que ha demostrado falta de transparencia, de rendición de cuentas y que simplemente, no funciona.
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Contrario a las recomendaciones, el gobierno continúa permitiendo la quema de carbón, no ha dragado los embalses de agua, no dio mantenimiento al sistema eléctrico, y tampoco ha establecido programas hacia la transición acelerada a fuentes de energía renovables.
Por el contrario, el secretario del Departamento de Recursos Naturales, Rafael Machargo, nada hace para detener la construcción en nuestra primera línea de defensa antes los embates de huracanes: nuestra zona marítimo terrestre como hemos visto en el caso de la costa de Rincón y de Playuela en Aguadilla, en Jauca en Santa Isabel, entre muchos otros. Tampoco ha cumplido con sus deberes, incluyendo el cuidado y protección de los patrimonios naturales como el Cerro Planadas y sus áreas adyacentes que se extienden junto a la cuenca hidrográfica del río Lapa. El secretario Machargo tiene el deber de cuidar nuestros recursos para la conservación, preservación de especies y el disfrute del pueblo de Puerto Rico, no de unos pocos. Machargo no debe continuar en su puesto más, y debemos asegurarnos de que quien lo vaya a ocupar tenga un compromiso genuino no solo con la protección del medioambiente, sino que también mantenga nuestro patrimonio público, para el disfrute de todas las personas, quienes aquí vivimos y quienes nos visiten.