El presupuesto del país fue finalmente “aprobado” en la Asamblea Legislativa. Aprobado, entre comillas porque, realmente, es el presupuesto de la Junta de Control Fiscal. De una simple lectura del presupuesto se desprende que la administración, la aplicabilidad, la ejecución y el control del presupuesto recaerán sobre la Junta, convirtiendo a la Legislatura en meros espectadores.
Con su entrega a la Junta, tanto la Cámara de Representantes como el Senado, dejan al país con un presupuesto que no representa las aspiraciones de este Pueblo ni atiende nuestras necesidades.
PUBLICIDAD
La Cámara de Representantes radicó la Resolución Conjunta de la Cámara 144 que recogía la propuesta de presupuesto de la Junta de Control Fiscal. Se dio un proceso de vistas públicas donde las agencias de Gobierno plasmaban sus necesidades, pero, tras bastidores en la Milla de Oro, la Junta se reunía con el poder ejecutivo para tomar decisiones sobre el presupuesto. Tan es así, que la Junta fue la que preparó lo que se sometió aquí en la Legislatura y fue la que detalló todas y cada una de las partes del presupuesto. Luego de ese proceso, la Cámara aprobó la resolución conjunta 144 con mi advertencia de que todo era un aguaje, que no era un proceso legislativo real según dispuesto en la Constitución. Recuerdo, incluso, haberles señalado que era como regresar a la Ley Foraker, que estipulaba que toda Ley decretada por la Asamblea Legislativa será comunicada al Congreso de los EE UU quien se reservaba la facultad de anularla. Ahora es la Junta de Control Fiscal quien se reserva el poder de cambiarlo.
Hay que insistir en el enfrentamiento político contra la Junta de Control Fiscal, hay que rechazar sus imposiciones y mandatos, y tenemos que exigir que se inicie de una vez y por todas un verdadero proceso de descolonización para que nos libremos de la Junta, pero sobre todo, para que superemos el régimen colonial en que vivimos. Necesitamos los poderes de la independencia para transformar este país, para insertarnos al mundo y desarrollar una economía que permita los recaudos suficientes para hacer un presupuesto balanceado que atienda las necesidades y aspiraciones de los puertorriqueños. Esa es la ruta, ese el proyecto para construir la Patria Nueva.