Todos los días, desde diversos ámbitos y espacios sociales, se discuten los problemas económicos y sociales del país. Más allá de esa discusión, varias organizaciones se han convertido en sustitutos de lo que supone ser la inherente función del gobierno de prestar servicios y solucionar los problemas de la ciudadanía.
Son muchos los factores que impiden que el gobierno cumpla con premura esa responsabilidad. Desde el histórico criterio político partidista al nombrar personas en puestos importantes que subordinan el servicio público por la lealtad política, los problemas de escasez presupuestaria y la falta de empleados públicos para llevar a cabo las funciones, hasta la carencia de tecnología, la brutal quiebra fiscal-económica del gobierno y sus corporaciones públicas tras décadas de administraciones mediocres del PNP y el PPD.
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A todo esto sumamos la incapacidad de nuestro país de tomar sus propias decisiones en los asuntos económicos y sociales de envergadura y que realmente definen nuestro futuro como consecuencia de nuestra condición colonial. La presencia de una Junta de Control Fiscal, que actúa como un “titiritero” que controla todas y cada una de las “cuerdas” de la acción gubernamental, sobre todo el control absoluto del presupuesto del país, es el golpe colonial más contundente a esa realidad.
Es necesario apoyar a las organizaciones que cumplen un papel importante en nuestra sociedad, fiscalizar, denunciar y legislar sobre la acción gubernamental para transformarla dentro de nuestra realidad colonial. Pero lo verdaderamente fundamental es comprender que la ausencia de poderes, la incapacidad de tomar nuestras propias decisiones como pueblo, la imposición de leyes e instituciones extranjeras y los poderes y mandatos de la Junta de Control nos impiden la transformación real de nuestra nación.
Hay que acabar y dejar a un lado las constantes expresiones de algunos como la de que “vamos a resolver los asuntos económicos y sociales y luego hablamos de estatus”. Esa es la excusa perfecta para no asumir la responsabilidad de que sus actos y las de sus gobiernos son responsables de múltiples fracasos, no reconocer lo urgente de atender y resolver el problema colonial y no promover un verdadero proceso de descolonización que conduzca a la independencia.