Siempre he dicho, y reitero, que el peor enemigo que tiene la estadidad se llama Partido Nuevo Progresista. Lamentablemnete, para los que creen en la estadidad, esta fórmula descolonizadora ha sido más utilizada como herramienta para mantener vigente a un partido político o viables a sus candidatos a la gobernación, que para verdaderamente lograr la igualdad. La historia está ahí y los números también. El evento del pasado domingo no fue más que otro hazme reír para la estadidad. Además, da poca fuerza a al ideal para ser trabajado seria y responsablemente en Washington DC. Vamos a los números.
En 1993, Pedro Rosselló, acabando de entrar a la gobernación y probablemente entendiendo que había terreno fértil para la estadidad, se tiró el primer plebiscito de su administración. Prevaleció el Estado Libre Asociado (ELA) con 826,326 y la estadidad obtuvo 788,296 votos. Participaron 1.8 millones de electores.
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En 1998, Rosselló volvió a la carga con su segundo plebiscito. En esta ocasión, al PNP se le ocurrió eliminar el ELA de la papeleta. El PPD cerró filas en la “quinta columna”, que era “Ninguna de las anteiores”. Esta opción obtuvo 787,900 votos y la estadidad 728,157. Hablamos de 60,000 votos menos para la estadidad. La defensa del ELA bajó 38,000, o sea, la estadidad perdió mayor terreno de un evento a otro. El PNP le hizo el peor daño a la estadidad al forzar el plebiscito en noviembre cuando dos meses antes la furia del huracán Georges había azotado la isla.
Pasaron 14 años y llegaron las elecciones del 2012. La popularidad de Luis Fortuño para la reelección estaba muy maltrecha y el desánimo de las huestes penepés para salir a votar era evidente. ¿Cómo sacar a los penepés a votar? “¡Usemos la estadidad de nuevo!”, se le ocurrió a alguien. De ahí nace el plebiscito del 2012. La estadidad tuvo 834,191 y Luis Fortuño 884,775. Casi casi logra su objetivo de ganar la reelección usando la estadidad.
Cinco años más tarde, estando Ricardo Rosselló en la gobernación, viene otro plebiscito. La estadidad obtuvo 508,862. Hablamos de una reducción de 325,000 votos a favor. El PNP adjudicó esa reducción de 39% de apoyo a la estadidad a la cantidad de puertorriqueños que se habían mudado a Estados Unidos. Sin embargo, según los números de las proyecciones del Censo, del 2012 al 2017 la población bajó un 9%. No obstante, argumentaron que “ahora sí que viene la estadidad” porque la formula obtuvo 97% de respaldo, pero la realidad es que fue un plebiscito donde el PNP participó solo. Ese plebiscito fue el 11 de junio del 2017. Tres meses después llegaron los huracanes Irma y María.
Ese fenómeno atmosférico “dejó esnúa” a la administración Rosselló Nevárez en general. No es lo mismo correr una bicicleta en terreno liso, que fue lo que ocurrió antes del huracán, que en un trail de mountain bike, lo que ocurrió posterior a María. La popularidad de Rosselló Nevárez comenzó a caer, pero la falta de oposición eficaz, de liderato y de un candidato esperanzador en el PPD, le daban al incumbente todas las oportunidades del mundo de ser reelecto. El único enemigo de Rosselló como candidato era las torpezas de su misma administración reseñadas en los medios porque oposición política no tenía. Cuando hablo de su administración lo digo en términos generales porque tampoco se puede negar que tenía figuras competentes en su equipo.
Llegó su mayor error: el chat. El contenido del chat no fue el único desacierto. El otro fue la sobreconfianza en todos los participantes del mismo, entendiendo que, como se es gobernador, nadie osaría revelar el contenido del mismo. Con el Verano del ’19 sale Rosselló y entra Wanda Vázquez con una continuidad de desaciertos. Sus constantes cambios de posturas, así como decir una cosa un día y luego trascender que lo que decía no era correcto, entre otras, hacía más complicado el camino al PNP para prevalecer en las elecciones del 2020. Vázquez aseguró en Metro, al iniciar su mandato, que la estadidad no estaría en sus planes. En marzo terminó firmando otro plebiscito cuyo propósito era usar de nuevo la estadidad para sacar a los penepés a votar.
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La estadidad obtuvo 655,506 votos. Aumentó en votos, en comparación con el 2017, pero ¿bajó de 97% a 53%? Ahora los mismos penepés, para neutralizar ese argumento de que el porciento bajó 44 puntos, dicen que este plebiscito del 2020 es el que es, no el del 2017. Un día dicen una cosa y otro día dicen otra.
Finalmente, y llegando al evento del domingo pasado, de 655,506 estadistas que respaldaron la igualdad en noviembre del 2020, solo 105,000 salieron a escoger “delegados” para cabildear por la estadidad. De 655,506 a 105,000 hay un bajón de 84%. La inmensa mayoría de los estadistas serios saben que esa delegación, más allá de darle empleo y sueldo a algunos que para ganarse $150,000.00 y brindarle exposición “rehabilitadora” a otros, no avanzará ni un centímetro la estadidad. Los sueldos de estos cabilderos de la estadidad es una especie de PUA, un “estímulo económico” que hace ganar mucho dinero por hacer nada o muy poco. ¿Podría alguno de estos cabilderos ganarse en este momento $150,000.00 en la empresa privada y no de la teta del gobierno? Solo me viene una persona a la mente.
Por eso digo que el PNP le ha hecho mucho daño a la estadidad, porque la usan a su antojo para conveniencia política local. Las cosas hay que decirlas como son, y en el caso de la estadidad, quien más daño le hace es el Partido Nuevo Progresista. Más bien, sus dirigentes.