La “Elección Especial para elegir la Delegación Congresional” fue un evento del Partido Nuevo Progresista, NO del pueblo de Puerto Rico. Los cerca de cien mil electores que eligieron “delegados congresionales” son fieles, que no seguidores ni simpatizantes, del PNP. Estos constituyen aproximadamente 4.5% del electorado inscrito, apenas una cuarta parte de los que votaron por el PNP y menos de una sexta parte de los que votaron por la estadidad en 2020. Se trata de, el corazón del corazón del rollo PNP.
En las democracias avanzadas, por lo regular, los/as políticos/as derrotados/as se retiran con alguna dignidad o buscan algún puesto fuera de cámaras y micrófonos donde puedan recibir un buen sueldo y mantener alguna cuota de influencia tras bastidores. En Puerto Rico, colonia al fin, esta no es la tendencia. Los/as derrotados/as, aún los/as más desacreditados, buscan el retorno. Puerto Rico no es Macondo, la capital imaginada del realismo mágico, sino la capital del surrealismo. Podría decirse de Puerto Rico lo que dijo Salvador Dalí de México: “No soporto estar en un país más surrealista que mis pinturas.”
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La elección de Ricardo Rosselló por esa ínfima minoría de creyentes/votantes PNP será evidencia suficiente en Washington de lo que Frantz Fanon descubrió en Argelia en la década del cincuenta: el colonialismo es causa de disturbios psiquiátricos serios. Sólo a un grupo de piantados se les ocurre enviar a Washington a un gobernador defenestrado a cabildear por nada, mucho menos por una igualdad imaginada que llaman estadidad.
Qué pueden pensar actores racionales en el congreso norteamericano, como los demócratas Nancy Pelosi, Chuck Schumer y Raúl Grijalva, o las republicanas, Lisa Murkowski y Liz Cheney. La locura de elegir al defenestrado sólo puede apelar a fanáticos como Marco Rubio y Ted Cruz, incondicionales de Donald Trump, y esos no apoyan la estadidad para Puerto Rico, salvo durante las elecciones, y de la boca para afuera.
Los republicanos jamás apoyarán la estadidad para Puerto Rico, como no lo harán para Washington, D.C., por ser demócratas, racialmente no blancos y, en el caso de Puerto Rico, hispanohablantes. Los demócratas han sido corteses y condescendientes para no parecer racistas o anti-latinxs (latinos y latinas). Pero todos entienden que en la Isla no hay una mayoría clara pro-estadidad. De ahí el apoyo al proyecto para la autodeterminación de Nydia Velásquez y Alexandria Ocasio Cortez como contrapropuesta al proyecto de estadidad.
Téngalo claro, el PNP ya no es el partido de la estadidad—la Comisión Estatal de Elecciones reporta que el 85% de los votos emitidos fueron por nominación directa. La lucha desesperada por imponer la estadidad de los últimos diez años es la lucha para asegurar la sobrevivencia de un partido que implosionó por su propia corrupción y mendacidad. Por eso como el perro salomónico, hoy repiten su necedad eligiendo al defenestrado.