Las vacunas de varias farmacéuticas finalmente han sido aprobadas para uso en parte de nuestra población adolescente. Ante este hecho, muchos se preguntan qué tan importante es inmunizar a este grupo para alcanzar la inmunidad en la población.
Los niños tienen que ser vacunados en algún momento. Pero hay que asegurarse de que las vacunas sean seguras y eficaces para ellos. Los niños actualmente juegan un papel importante en la continuación de la pandemia, ya que hasta que no se vacunen no se terminará fácilmente con la pandemia.
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El tracto típico al probar nuevas vacunas es que se empieza con mayores de edad hasta 65 años, después se sigue con mayores de 65 años y personas con otras enfermedades. Cuando al final se confirma la seguridad y eficacia de la vacuna en cuestión, esta se amplía a adolescentes y niños.
¿Por qué es importante vacunar a nuestros adolescentes y, en su momento, a nuestros niños?
La posible vacunación de niños y adolescentes podría tener un impacto positivo en la evolución de la pandemia por varias razones. En primer lugar, permitiría evitar la mayoría de los casos de enfermedad grave y muerte por covid-19 en niños. Estos casos son, afortunadamente, muy raros, pero tratar de evitarlos sin duda vale la pena.
En segundo lugar, contribuiría a reducir la incidencia de la infección en la comunidad, lo que, a su vez, reduciría la transmisión y riesgo de exposición al virus en nuestra población. Aunque aún no está totalmente comprobado, todo indica que las personas vacunadas no transmiten la infección a los demás con facilidad o lo hacen con menor frecuencia y menor carga viral. Probablemente no sea posible erradicar el virus, pero sí controlar su difusión en la comunidad, para lo cual el porcentaje de población no inmunizada debe reducirse al mínimo.
Con la vacunación de niños y adolescentes se lograría, por tanto, un doble objetivo: la protección de ellos mismos frente a un riesgo pequeño pero cierto y la protección añadida de otras personas vulnerables de su entorno social, entre ellos sus abuelos, abuelas y otros familiares.
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Finalmente, la tercera razón es que permitiría abordar la apertura de la actividad escolar con mayor seguridad. Evitar los cierres escolares, y, en general, las interrupciones de la actividad educativa presencial, es una prioridad. Los cierres de los centros educativos tienen efectos importantes en el desarrollo infantil, efectos difícilmente medibles pero con el potencial de limitar el crecimiento personal y las expectativas de desarrollo integral de los niños y adolescentes.
Los padres y madres, las familias, los propios niños y adolescentes deben y pueden estar seguros de que la vacunación contra el COVID-19 será muy segura y efectiva para ellos mismos, y que contribuirá a frenar los trágicos efectos de la pandemia en la Isla.