Parece mentira que en el 2021 el mensaje no haya llegado. Causa vergüenza ajena que, quienes nos lideran hoy en día, aún titubean en reconocer los derechos humanos y legislar en contra del discrimen. Son estos mismos quienes se preguntan: ¿por qué este tema lo cogemos tan a pecho? La respuesta es muy sencilla: ¡porque estamos hartos, tristes y enojados de que nuestros derechos, para algunos, continúan siendo un balón político o un tema secundario! Los derechos de la mujer y de la comunidad LGBTTQI+ aún se discuten en la legislatura, no a base de méritos o razón, sino de provecho político. Asquea que hoy en día los legisladores de los partidos tradicionales (Partido Popular Democrático y Partido Nuevo Progresista), en gran medida, miden cómo votarán por cuántas llamadas reciban de X o Y sector a favor o en contra de una medida, como si tocara legislar por el genocidio y lo lleváramos a voto popular.
PUBLICIDAD
¿Acaso la mayoría creía en la abolición de la esclavitud en el momento que se logró abolir? ¿Acaso la mayoría creía en el voto de la mujer en el momento que se logró el sufragio universal? Los hemos visto dándose puños en el pecho en el hemiciclo de Cámara y Senado citando a Ferré con la famosa frase: “¡La razón no grita, la razón convence!”. Sin embargo, poco lo asumen cuando los llaman los detractores de siempre para amenazar con el voto conservador. Como joven profesional, gay, casado y futuro padre, solo siento enojo, vergüenza, frustración y tristeza ante su ambivalencia con temas tan neurálgicos. ¿Cuándo cesarán de jugar con mis derechos? ¿Cuándo actuarán en contra de quienes discriminan?
Ustedes, legisladores, recibieron un llamado a legislar; a actuar para vindicar los derechos de aquellos que no tienen el mismo privilegio de ustedes. Un ejemplo concreto es el Proyecto del Senado 184. Un proyecto sencillo que busca prohibir la tortura a menores de edad. Sí, es tortura, la comunidad científica internacional así lo ha reconocido. Algunos tenemos amistades que han sido víctimas de las terapias de conversión. Para ponérselo en palabras simples: terapias que intentan re-programar quiénes somos, a quiénes amamos, cómo caminamos, cómo nos sentamos, cómo hablamos, cómo vestimos, en fin, borrar nuestra identidad. Aunque pensamos que la aprobación de esta legislación sería fácil, hoy sus piernas tambalean por los mismos personajes de siempre, aquellos que viven del odio, la ignorancia y del dinero ajeno. Los amenazan con llamadas y cartas —aunque cada vez son menos frecuentes— y terminan haciéndose un ocho. La pregunta que resta es si van a claudicar ante sus principios, y la vanagloriada justicia social, frente a quienes hoy buscan licencia para odiar y discriminar.
La evidencia la tienen en sus manos. El cielo no se puede tapar con una mano. ¿Dónde quedan ustedes ante el llamado de quienes los necesitan? ¿Qué postura asumirán ante el maltrato y el odio? En un momento histórico en el que cada día el votante mira a un lado y se fija en posturas concretas, les toca asumir las suyas. Queda de ustedes dejar a un lado la ambivalencia y la comodidad para tomar decisiones y asumir su liderato. En un futuro, ¿en qué lado histórico querrán ser vistos? Está en sus manos lo que les contaremos a nuestros hijos sobre quienes tuvieron la oportunidad de forjar un Puerto Rico inclusivo y equitativo.