Dos casos en una semana revelan cómo algunas personas se sienten intocables, que merecen indulgencias y/o que son omnipotentes. Ese es el caso, en mi opinión, de Raulie Maldonado y José Guillermo “Guillito” Rodríguez. Comencemos por el primero.
¿Quién es Raulie Maldonado? Es el hijo del ex secretario del Departamento de Hacienda, Raúl Maldonado, quien ayer fue referido a la Oficina del Panel del Fiscal Independiente con la recomendación de que se le designe un Fiscal Especial Independiente que investigue si pudo haber cometido malversación de fondos públicos e intervención indebida.
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Según informes periodísticos, a Raulie, bajo la administración de Ricardo Rosselló, se le dio un primer contrato gubernamental en el 2017 de $20,000, pero continuó creciendo hasta superar el medio millón de dólares, en total. Eso no es todo. La compañía de Raulie contrataba con compañías que, a su vez, contrataban con el gobierno del que su padre también fue un poderoso Secretario de la Gobernación y CFO gubernamental. De hecho, una de esas compañías contrató al hijo del entonces Secretario de Hacienda, luego de lograr un contrato de cerca de 1 millón de dólares, precisamente con Hacienda. Así surge de unas consultas de Maldonado a la Oficina de Ética Gubernamental.
En ese entonces la vida era bella para Raulie. No había escándalos, corrupción o actuaciones inmorales, los pajaritos cantaban… hasta que tocaron a papá. La figura de Raúl Maldonado, como funcionario público, fue desmoronándose por distintas controversias, presuntas investigaciones federales, entre otras. Fue destituido fulminantemente y ahí se desató la furia de Raulie revelando el chat que provocó la caída de Ricardo Rosselló. De hecho, chat en el que estaba su papá, pero que curiosamente, en lo suministrado a los medios, no aparecía don Raúl Maldonado. Es notable que lo que suministraron le faltaba páginas. Que raro, ¿no?.
Ayer, tras la recomendación de designación de un FEI para su papá, Raulie volvió a amenazar con revelar más cosas y a afectar a cualquiera que toque a papá. Es entendible el amor de un hijo a su padre, pero eso me lleva a preguntarme: ¿es Raulie un héroe o es cómplice del silencio? O sea, aquí se pueden llevar los clavos de la cruz en los ojos de Raulie, pueden acribillar con corrupción al pueblo ¿y él mira para el lado hasta que tocan a papá?
¿Quién se cree este joven para pensar que papá no puede ser investigado, que no se le puede señalar? Raúl Maldonado manejó billones de dólares de fondos públicos ¿y me van a decir q mí que no se le puede cuestionar porque “el nene” se ofende y le da rabieta? ¡No señor! Raúl Maldonado si puede y debe ser investigado si algo levanta alguna sospecha. Aquí la Oficina del Inspector General detectó algo. Lo envía y lo evalúa Justicia, que parece coincidir, y ahora va a una tercera evaluación. Ya van dos dependencias que encontraron que algo no huele bien. No obstante, si la investigación final no arroja algo y todo está limpio, igual se tiene que decir. Raúl Maldonado no es intocable, mucho menos su hijo es una figura omnipotente.
El gobierno tiene el deber de investigar y no puede dejarse chantajear de nadie. Las actuaciones de este joven, contrario a lo que entiendo él quiere proyectar, puede hacer pensar que sí es capaz de chantajear, de hacer algo a cambio de algo, o no hacer algo a cambio de… Un día dice que no es capaz, cuando se debatió lo de Sixto George, y ahora condiciona algo (no revelar supuesta información que tiene) a que no investiguen a su papá, y si lo investigan, entonces la revela.
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Mi pregunta a “Raulie”: ¿es usted realmente un héroe, de verdad le preocupa cómo le roban al pueblo o es cómplice del silencio mientras hurtan, traquetean con fondos públicos, y solo habla si se siente amenazado?
El otro caso de lo que parece ser un sentido de omnipotencia es el del alcalde de Mayagüez, “Guillito” Rodríguez, quien entiende que no tiene que dar explicaciones a los mayagüezanos, ni al pueblo. Seleccionar un medio, decir dos o tres cosas, no es responder. Hay muchas preguntas que contestar, pero ¿porqué “Guillito” no se expone a responder preguntas en una conferencia de prensa con periodistas que no son seleccionados por él? ¿Qué teme que le pregunten o qué teme no poder contestar sobre sus manejos administrativos?
Contrario a calmar la controversia con un voto de silencio, la estrategia lo que ha hecho es echar gasolina a un incendio forestal. Pensar que en el caso del fraude de los 9 millones los federales dijeron que el municipio fue víctima y que eso lo exonera de todo es una falacia. Este escándalo ya no se trata solo de un fraude. Ahora es sobre sus manejos como alcalde y como presidente de una cuestionada corporación municipal, los conflictos que esto puede traer, se trata de cómo hipotecaron el Palacio de los Deportes de Mayagüez y ahora, cuando demandan para embargarlo por falta de pago, vienen con la excusa de que lo que hizo el municipio estuvo mal y que la garantía hipotecaria no sirve, para dejar enganchada a la cooperativa con la deuda. ¿Eso de verdad es ser un buen administrador? Esa imagen de Rodríguez, al no dar explicaciones, se hacen sal y agua.
Aquí tenemos dos casos de personas distintas, pero parecidas: se siente omnipotentes, intocables.