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Opinión del representante de Jesús Manuel Ortíz: Nuestros viejos en la cola de la fila

Lee la columna de opinión del representante del Partido Popular Democrático, Jesús Manuel Ortiz

Jesús Manuel Ortiz Metro PR

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El Centro para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) ha expresado que con el itinerario de inmunización o vacunación se debe obtener la inmunidad de rebaño (también conocida como inmunidad comunitaria), que ocurre cuando una población se hace inmune al virus debido a que un alto porcentaje se vacunan y las probabilidades de propagación de la enfermedad se reducen drásticamente. Lo curioso de este itinerario es que, en Puerto Rico, parecería que la inmunidad llegará por rebaños selectos, antes que a la población en general.

La prensa ha reseñado en días pasados la nueva estrategia de algunas agencias de gobierno para obviar el itinerario de vacunación contra el COVID-19. Se trata de peticionar la vacunación de un grupo selecto de empleados con la designación de “first responders” o primeros respondedores. Este fue el caso del Presidente de la Comisión Estatal de Elecciones, el juez Francisco Rosado Colomer, quien solicitó vacunar a todos los funcionarios que trabajarán en la elección especial para escoger a seis personas que cabildearán por la estadidad por ser “funcionarios indispensables”. Ciertamente, los voluntarios y empleados de la CEE son sumamente importantes para nuestra democracia y nuestro sistema electoral. Sin embargo, este ejercicio de salud pública tiene que hacerse con un enorme grado sensibilidad y disciplina para garantizar que la vacuna llegue primero a la población más vulnerable al virus. Luego de pasado el proceso electoral, cumplir la solicitud del Presidente de la CEE antes que la de miles de adultos mayores es inaceptable.

Esta clasificación autoimpuesta por ser alegados primeros respondedores, además de afectar directamente el itinerario de inmunización y demostrar una vez más el descontrol de tan importante operación, pone en riesgo la salud de 600,000 adultos mayores de 65 años que aún esperan por la primera dosis de su vacuna y otros miles de puertorriqueños con condiciones crónicas preexistentes. No pasemos por alto estas señales pues al igual que con las pruebas, hasta el incidente de la CEE, el gobierno había dejado a nuestros viejos en la cola de la fila.

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