La declaración de un estado de emergencia en contra de la violencia de género en Puerto Rico es un paso positivo y necesario para enfrentar este problema de salud pública al establecerse como prioridad para el estado, dotar de recursos a las agencias concernidas y al ponerse de manifiesto los procesos burocráticos que en ocasiones obstaculizan la implementación adecuada de las soluciones. Pero siendo la violencia de género un problema multidimensional, requiere que otros elementos de la sociedad -más allá del estado- asuman un rol al respecto y participen en la solución. Esto incluye a otros actores esenciales como las organizaciones del tercer sector que trabajan directamente con este tema, el sector privado y la academia.
Desde el punto de vista de la academia, las Universidades pueden aportar recursos y conocimiento experto en el área de prevención e intervención. Asimismo, la academia puede asumir un rol activo en el área de investigación para arrojar luz sobre los orígenes de este problema social y sobre las prácticas apoyadas por evidencia necesarias para solucionarlo. A la vez, nuestros currículos pueden adaptarse hacia el reconocimiento del problema. A estos efectos, podemos garantizar que nuestros recintos provean una educación equitativa y justa basada en el reconocimiento del género como una construcción sociocultural. A su vez, podemos garantizar que las nuevas generaciones de estudiantes obtengan un mayor entendimiento de las estructuras que perpetúan las diferencias entre las personas para fomentar entre nosotros posiciones de superioridad o desventaja que puedan lacerar la dignidad humana. Estos intentos del sector educativo irían destinados a promover cambios en el discurso y a una mayor identificación de las causas de este problema.
Fomentar los valores de respeto, equidad, libertad y justicia en el entorno académico es fundamental para la creación de ciudadanos razonables. Esta responsabilidad educativa debe vincularse a la educación primaria y secundaria y continuar a lo largo del proceso de formación profesional de cada individuo. La violencia de género no solo se manifiesta en el ambiente doméstico y familiar. Encuentra su espacio en los entornos profesionales, laborales y comunitarios. Por esto, erradicar la violencia de género requiere de una transformación completa de nuestro comportamiento como individuos y como colectivo. Es pertinente aprovechar esta coyuntura para promover una mayor vinculación de nuestras universidades con el estado para que asuman un rol de liderazgo más allá del proceso educativo tradicional, aportando soluciones y dando continuidad a los programas que se desarrollen en esta área. Nosotros aceptamos el reto.