Finalmente se produjo. Luego de decenas de protestas, miles de expresiones públicas y centenares de muertes de mujeres, el gobernador Pedro Pierluisi -un hombre- se atrevió a hacer lo que una mujer -su predecesora- no hizo: decretar un estado de emergencia por violencia de género. Ahora Pierluisi con esta declaración y antes Alejandro García Padilla con la hoy derogada carta circular de perspectiva de género, han adelantado importantes pasos para visibilizar los reclamos que por décadas han hecho grupos de mujeres. Que dos hombres hayan sido los gobernantes que han decidio impulsar las medidas más significativas para combatir la violencia contra las mujeres me parece un hecho importante que no debe ser pasado por alto a la hora de discutir el asunto. Al pensarlo no puedo dejar de reiterarme en algo que siempre he dicho cuando he tenido la oportunidad. La lucha por la equidad de género no puede ser solo una batalla de mujeres para mujeres, porque las construcciones de género vigentes nos impactan a todos, y a todos -hombres y mujeres- nos impone cargas demasiado pesadas.
El estado de emergencia, aunque un paso importante en sí mismo, es solo un buen comienzo. El resto de la carrera se verá sobre la marcha. Del activismo, la fiscalización y el trabajo de los jefes de agencia dependerá el resultado de esta nueva política pública que ya en otras jurisdicciones ha dejado un saldo positivo en la lucha para erradicar la violencia contra las mujeres.
Pero mientras esa lucha se da, como debe darse -con toda la fuerza del Estado- resulta preciso movernos también en una nueva mirada a la lucha contra otro de nuestros grandes problemas: la violencia vinculada al narcotráfico. La misma que desde hace 20 años se lleva todas las semanas las vidas de personas, sobre todo hombres jóvenes que no superan los 30 años de edad. Con esas vidas perdidas también hemos sido indiferentes. Y en una conducta reiterada hemos preferido mirar en la dirección contraria al problema y repetir por inercia la misma fórmula anquilosada que no produce nada. De la misma forma que ya vamos encaminando la discusión y la acción en contra de la violencia de género también debemos comenzar a enfocar la mirada en esa otra violencia que ya se ha normalizado y que no se erradicará con ninguna de las propuestas contenidas en el plan de gobierno de la nueva administración. Caminar con una pierna aquí y la otra allá, porque es necesario ir avanzando en ambos frentes. Avanzar lejos de las estrategias de siempre debe ser la conclusión lógica a la que se llega al reconocer que hacer lo mismo esperando resultados distintos nos dejará -siempre nos ha dejado- parados en el mismo lugar.
El próximo gran reto será combatir los miedos que no nos permiten evaluar con la cabeza fría opciones que han llevado al éxito en la lucha contra el narcotráfico a países como Suiza, Holanda, Portugal o Australia. ¿Por qué conformarnos con mirar su éxito desde nuestro fracaso? A sacudirnos el inmovilismo que nos mata, antes que siga matándonos un día a la vez.