El asesinato de tres policías en el cumplimiento del deber a manos de un delincuente en Carolina impactó el país. No solo por el trágico resultado, sino porque el incidente ocurrió frente a cientos de conductores en plena vía pública. Lo que para mi fue de inmediato una noticia dolorosa, fue más desgarradora aún al enterarme de que uno de los policías caídos fue mi compañero de equipo de béisbol en pequeñas ligas. No hay palabras para describir la tristeza y el coraje. Ahora renacerá la discusión sobre las condiciones de trabajo de la policía y la falta de herramientas de trabajo que enfrentan. Aunque es un tema que tenemos que discutir, no deja de molestarme que surja cada vez que perdemos a uno de nuestros agentes.
¿Porque esperar a que nos maten a un policía para lamentarnos por las malas condiciones de trabajo? Como país tenemos que establecer prioridades para que nuestros agentes tengan mejores condiciones de vida y trabajo. Es lo justo cuando se trata de gente que arriesga su vida en cada turno de trabajo. Es momento de que la reforma de la policía trabaje no solo para garantizar los derechos de los ciudadanos, también para exigir un compromiso real del gobierno con la uniformada.
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Siento una profunda admiración por nuestros policías. Ese sentimiento nace del agradecimiento por el trabajo que hacen pues no hay sacrificio mayor que jugarse la vida cada vez que se firma la hoja de entrada al trabajo. ¡No hay sacrificio como ese!
La lucha contra el crimen no puede centrarse solo en castigar al criminal. Atender los factores sociales que desembocan en la criminalidad tiene que convertirse en una aspiración colectiva si queremos un país más seguro para todos. Para eso tenemos que fortalecer la educación, combatir la desigualdad, crear empleos, rehabilitar los confinados y mejorar la condición de oficiales de corrección y personal del sistema carcelario. Pero también tenemos que darle condiciones dignas y seguras a nuestros policías. Mis condolencias a las familias, compañeros y amigos de estos oficiales, en especial a los de mi gran amigo Luis. ¡Tenemos una deuda enorme con nuestros policías!