Yo entendía que el derrotado presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, tenía muy pocas posibilidades de regresar a la Casa Blanca en el 2025. Hoy entiendo que la poquita posibilidad se esfumó.
En las elecciones del 2016, mientras más escándalos le explotaban al entonces candidato republicano, más sólida se hacía su candidatura y al final prevaleció. El discurso demócrata en ese entonces era que Trump no era elegible en elecciones generales. Ese discurso se repitió en el 2020 y con ese contexto, meses antes de las elecciones del 2020 hablaba con Carmelo Ríos y Alejandro García Padilla sobre la posibilidad de que Trump fuera reelecto. Le preguntaba a ambos políticos qué les hacía pensar que Trump no sería reelecto como presidente en el 2020, teniendo la experiencia del 2016. ¿La explicación de ambos?
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En primer lugar, que en aquel entonces, un sector de los demócratas, desafectos de la candidata Hillary Clinton, entendiendo que Trump no era elegible en una elección general, se quedaron en sus casas. Luego vieron que sí era elegible. En segundo lugar, porque para las elecciones del 2020 el elector norteamericano tuvo la experiencia y vivió lo que era tener un desajustado y mendaz inquilino en la Casa Blanca, por lo que no le permitirían regresar. Usted podrá argumentar que como quiera hubo millones de norteamericanos que votaron por Trump, y eso es cierto. Pero eso es normal con los afiliados a los partidos. En Puerto Rico más de 800 mil electores votaron por un candidato con 24 cargos federales de corrupción, al momento de elección.
Ayer miércoles ocurrió algo que, por lo menos a mí, no me sorprendió en el sentido de que una turba dirigida por alguien desajustado es capaz de hacer cualquier cosa. En Estados Unidos siempre ha existido en algunos sectores el sentimiento supremacista y Trump lo que hizo fue despertarlos y hablarles lo que ellos deseaban escuchar. Ese tipo de personas, racistas, las hay en todas partes. Por ejemplo, también existen en Puerto Rico. Pregúntele a la comunidad dominicana si aquí no se sigue discriminando por ser dominicanos. Ha habido casos de dominicanos que son despedidos de sus trabajos luego de que el patrono se entera de su origen.
La manifestación de ayer en Washington DC había sido convocada previamente, no fue algo espontáneo. Tan es así que el propio Trump los esperaba en los predios de la Casa Blanca, donde dio un mensaje incendiario expresando que jamás aceptarían la derrota, lo que envalentonó a sus seguidores, quienes a su vez tomaron por asalto el Capitolio, vandalizando e interrumpiendo el proceso de certificación de Joe Biden como presidente. El asalto terminó con cuatro muertos, un toque de queda y la activación de la Guardia Nacional en la ciudad.
Entrada la noche, con el Capitolio asegurado, se retomó el proceso y Biden fue confirmado como presidente. Luego de eso, con cuatro muertos en sus costillas, Trump aceptó lo que había dicho horas antes que no aceptaría, la certificación de Biden como presidente. Incluso dijo que habría una toma de posesión ordenada.
Siempre he pensado que Donald Trump no tiene inconveniente con que otros mueran, incluyendo ciudadanos americanos, si es necesario para el lograr su objetivo. Lo vimos con el Covid-19. No quería tomar acción porque se afectaría la economía en la que desacansaba su potencial reelección. Más de 361,000 muertos en Estados Unidos por Covid y por Trump. No es que no hubiese muertes, es que la irresponsabilidad de Trump hizo que se disparara la cantidad. Él lo vé como daños colaterales y no tiene problema alguno con eso si es para su beneficio, no el de la nación, el suyo.
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Esos cuatro muertos lo acompañarán en su vida política. Él, como presidente, pudo evitarlo, pero decidió echar más gasolina al fuego y ahí tiene los resultados.
Finalmente, otro dato que me hace pensar que Trump cavó su tumba política-electoral es que se quedó prácticamente solo. En una conversación telefónica con el Secretario de Estado de Georgia, el republicano Brad Raffensperger, Trump solicitó que se buscaran votos que cambiaran la elección. Raffensperger no solo se negó, Trump fue grabado en la conversación y la hicieron pública. También le solicitó a su vicepresidente, Mike Pence, que no contara en la certificación congressional estados en los que Biden ganó. Pence dijo que no y Trump lo acusó de ser un cobarde.
Precisamente en el estado de Georgia hubo una elección de segunda vuelta el pasado martes para elegir a los dos senadores del estado. Uno de los candidatos republicanos era la senadora Kelly Loeffler, quien en la mañana de ayer miércoles llegó a la capital federal para oponerse a la certificación de los votos electorales. Sin embargo, luego de ver el comportamiento de Trump y el asalto al Capitolio, se fue de las filas que apoyaban al presidente. “Cuando llegué a Washington esta mañana tenía la plena intención de oponerme a la certificación de los votos electorales. Sin embargo, los hechos ocurridos hoy me han obligado a reconsiderar y ahora no puedo objetar en conciencia… La violencia es aborrecible y condeno enérgicamente los ataques de hoy contra nuestro Capitolio. Debemos permanecer unidos como una nación bajo Dios. Estoy agradecida por nuestros valientes hombres y mujeres de las fuerzas del orden. Que Dios bendiga a América.”, expresó.
Mitch McConell, líder de la mayoría republicana en el Senado, ultra conservador, también rompió con el discurso de Trump. “Nada ante nosotros prueba la ilegalidad ni cerca de la escala masiva que habría inclinado toda la elección… Tampoco puede la duda pública justificar por sí sola una ruptura radical cuando la duda en sí fue incitada sin ninguna evidencia”, expresó.
Días antes, diez secretarios de defensa, incluyendo republicanos que sirvieron bajo la presidencia de Trump, realizaron una seria advertencia a éste, si se empeñaba en utilizar la milicia para lograr “prevalecer” electoralmente por la fuerza y “a la mala”. “Los esfuerzos para implicar a las fuerzas armadas a resolver las disputas electorales nos llevaría a un terreno peligroso… Los civiles y militares que se impliquen directamente en esas medidas deberán ser responsables ante la justicia, incluidos potenciales castigos criminales, por las graves consecuencias de sus acciones en nuestra república”, indicaron.
Con todo este panorama, ¿cómo podría existir la posibilidad de que Trump aspire y llegue a la Casa Blanca nuevamente en el 2024? No veo forma.