La navidad es una fecha memorable para todos. Los cristianos conmemoramos este día como la fuente de nuestro poder espiritual y reafirmamos nuestro compromiso de seguir las enseñanzas de Dios en nuestra vida cotidiana.
De ordinario, estas festividades las utilizamos para tomarnos un descanso de lo cotidiano, conectar con nuestros seres queridos, reconectar con nuestros viejos amigos. Otros aprovechan para reflexionar, tomar decisiones importantes para su vida, recordar esos familiares y amigos que ya no están o simplemente para apreciar lo que el año que culmina les ha brindado.
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No obstante, hay un detalle que debemos tomar en consideración en esta época navideña; el bien común. Esa medular meta requiere de todos una lucha incansable en contra de la injusticia, la discriminación y la inequidad. Aprovechemos estas fiestas para comprometernos, junto a nuestras familias y amigos, en maximizar las oportunidades que tenemos para contribuir a una sociedad más justa y equitativa. Tomemos la decisión de no solo pensar en los días libres que podamos disfrutar o el tiempo que compartiremos con nuestro núcleo familiar, sino en como somos más empáticos con las necesidades de nuestra gente. A los funcionarios electos le lanzó un reto para que demostremos al país que nuestras aspiraciones durante la campaña fueron basadas en el bien colectivo y no en nuestros intereses particulares.
La mejor manera de demostrar que no somos los mismos es dejar claramente establecido que el pueblo es la fuente principal de nuestra fuerza como líderes políticos. Emulemos la valentía de nuestro Señor Jesucristo en beneficio de nuestra gente. Ese es mi mayor deseo de navidad.