En Puerto Rico tenemos muchos asuntos que atender. Todos importantes y difíciles. Sin embargo, hay uno que pasa desapercibido pero que es de vida o muerte: nuestros abastos de agua. No podemos analizar este tema sin entender el efecto que el cambio climático tiene en los abastos de agua a nivel mundial. Expertos adelantan que en las próximas décadas este fenómeno aumentaráؘ la frecuencia de las sequías meteorológicas (lluvias) y agrícolas (menor humedad del suelo) en muchas regiones del mundo. Es probable que esto ocasione sequías hidrológicas (disminución de aguas superficiales y subterráneas) cortas o repentinas con mayor frecuencia.
El cambio climático afecta los ecosistemas de agua dulce porque altera el flujo de agua, poniendo en riesgo la calidad del agua potable. Esta realidad impacta de manera desproporcionada a las comunidades pobres y se agrava con el aumento de la población, la migración descontrolada, los cambios de uso de la tierra y la extracción acelerada de aguas subterráneas.
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Se estima que 3,600 millones de personas en el mundo viven en áreas con escasez de agua por lo menos un mes por año. Según la ONU, esto podría alcanzar de 4,800 a 5,700 millones para el 2050, lo que provocará una pugna sin precedentes entre los usuarios del agua independientemente de las fronteras políticas. Ante esta realidad, Puerto Rico enfrenta enormes retos. De hecho, los científicos del Panel Intergubernamental de Cambio Climático de la ONU, principales expertos en el tema, advirtieron en 2018 que el cambio climático traería escasez de agua dulce para el Caribe en los próximos años. Puerto Rico es uno de los países con mayor cantidad de embalses per cápita en el mundo, pero la poca capacidad de retención de agua que tienen estas reservas es agravada por la sedimentación y la falta de mantenimiento.
Según el Servicio Geológico de Estados Unidos, de las 70 pulgadas de lluvia anual que caen en la Isla, sólo una pulgada se queda almacenada en los embalses, 3.1 a las tomas de la AAA y 0.4 recarga los acuífero. Necesitamos encaminar con urgencia un plan agresivo de inversión para proteger el preciado líquido y aumentar la capacidad de almacenamiento. O lo hacemos ahora, o se nos acaba el agua.