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Opinión: “Aunt Jemima”, “Mama Inés” y las marcas del carimbo

Lea la columna de la profesora en el Programa de Lenguas Mundiales de York College (CUNY), investigadora académica, dramaturga y actriz

Soy una mujer, negra, puertorriqueña radicada en Nueva York. Dentro del tránsito constante entre Isla y ciudad, he seguido con atención las discusiones relacionadas con el racismo, la publicidad y nuestra
idiosincrasia “no racista”. A raíz del debate sobre las imágenes de marcas publicitarias como “Aunt Jemima”, “Uncle Ben’s” y “Mama Inés”, entre otras, he escuchado a voces influyentes afirmar que con eliminar el símbolo no se elimina el racismo. De acuerdo, pero sí se levantaría un peso enorme que los negros llevamos en silencio como una marca de carimbo.

Mi respuesta ante la defensa del símbolo mercantil enraizado en la superioridad del publicista hegemónico sobre el sujeto negro es: ¿por qué no nos preguntan qué se siente el que nos sigan identificando con símbolos del servilismo racializado y la subalternidad o marginación mercadeable?

Al saber que los nombres “Aunt” y “Uncle” provienen de la tradición de no llamar a las personas negras con títulos de respeto como “Sir” o “Ma’am”, yo puedo sobrevivir sin servir esas marcas y su carga simbólica sobre mi mesa. Tal vez los mo-delos de las etiquetas pudieron vivir vidas más cómodas por asumir el rol de logotipos, pero a estos modelos los recordamos por su imagen servil, no por su activismo o acceso a la movilidad social. Lo que Nancy Green, la modelo en el logotipo de “Aunt Jemima”, hizo con su dinero para fomentar el desa-rrollo y progreso de la lucha por la igualdad social y contra la pobreza, no es estudiado en las escuelas. No la reconocemos por ser una esclava liberta que logró ser económicamente independiente y subvirtió de alguna forma los estereotipos, pero su imagen sumisa, supuesto homenaje a la nana sacrificada, la sobrevive para la posteridad.

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¿Por qué no le ponen al producto el nombre de “Nancy Green” y nos educan sobre su lucha por la igualdad? No tendrían que cambiar el logotipo moderno, sólo el nombre del producto. Subvertir los estereotipos hace falta; hoy más que nunca, para aprovechar la coyuntura de las protestas globales tras el ase-sinato del ciudadano afroamericano George Floyd. ¡Ah!, pero así Nancy Green ya no sería una subalterna, sino una “negrita parejera” y eso “no vende”.

Eliminar el símbolo no resuelve el problema, pero me pregunto, ¿defenderíamos el mantener esvásticas –el símbolo Nazi– en las etiquetas de los productos que llevamos a nuestras mesas, aún luego de entender su significado? ¿Compraríamos la harina “La Fascista” (es un ejemplo hipotético) sólo por mantener el registro histórico de estos sujetos y símbolos? Donald Trump dice que “también hay gente buena entre los supremacistas”, ¿los debemos celebrar en etiquetas, logos y estatuas?

La sonrisa sumisa de los personajes negros en cuestión queda re-significada en este momento histórico en el que se puede conectar a esos personajes logotipos con: la violencia desmedida hacia los negros, las diferencias en acceso a una buena educación, la desigualdad económica, la evasión al tratamiento respetuoso, las burlas raciales, la persecución, la exclusión del canon y el desconocimiento de sus aportaciones y sacrificios.

No es casualidad que todos sepamos quién es “Mamá Inés” (símbolo del café Yaucono), pero no sabemos mucho sobre: José Campeche, el maestro Rafael Cordero, Arturo Alfonso Schomburg, Juana Colón, Jesús Colón, Sylvia del Villard y tantos puertorriqueños negros excluidos de nuestro imaginario identitario.

¿Quieren saber lo que se siente inmortalizar la historia glorificada de la esclavitud en un logotipo? Vean el video “A Girl Like Me” (Youtube). La directora, Kiri Davis, al reproducir el experimento de Kenneth Bancroft Clark y Mamie Phipps Clark, les da a escoger a niñas negras entre muñecas que son idénticas entre sí a excepción del color de la piel. Las caras de las niñas reflejan la tristeza de no identificarse a sí mismas con los valores aprendidos del discurso hegemónico de relaciones raciales.
También pueden ver el video “Can Art Amend History?” (en Youtube), del artista afroamericano Titus Kaphar, para entender lo que se siente ser invisibilizado a través de la historia. Eliminar las imágenes racistas de la publicidad, nos permitirá visibilizar y calibrar mejor a Rosa Parks, Toni Morrison, Michelle Obama, Harriet Tubman, Angela Davis y tantas a quienes los publicistas no ponen en sus etiquetas; eso sería quitarle poder a la ideología que no tiene problemas con que una esclava negra les siga endulzando los pancakes.

Díganme acomplejá’, no será ni la primera ni la última vez, pero complázcanme: pregúntennos a los negros cómo se siente el carimbo del estereotipo publicitario y, si quieren ser justos, escúchennos.

Por Eva Cristina Vásquez, profesora en el Programa de Lenguas Mundiales de York College (CUNY), investigadora académica, dramaturga y actriz

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