Cuando estudié en la Universidad de Puerto Rico, tuve el privilegio de ser estudiante del Profesor Luis Nieves Falcón, QEPD, en un curso sobre colonialismo y su impacto en Puerto Rico. Una de las primeras lecturas que nos asignó fue “Retrato del Colonizado” de Albert Memmi, fallecido recientemente, y a quien la destacada escritora puertorriqueña Ana Lydia Vega homenajeó con uno de sus maravillosos artículos, transportándome de vuelta a ese curso que fue fundamental no solo para comenzar a entender a Puerto Rico sino para reforzar que el camino que recién comenzaba de lucha por la independencia, era el correcto.
Varias décadas después de ese curso, y del proceso de aprendizaje que me inspiró, sigue vigente en nuestro país todo ese brutal colonialismo con modificaciones y “nuevos trajes”, pero siempre subordinando y sometiendo al colonizado. El gobierno y sus instituciones han sido protagonistas del proceso, siendo la educación y sus políticas económicas de dependencia sus cartas promotoras principales. Mientras, la represión y la persecución política ha sido y es el “garrote” al que someten a toda persona o institución que reta y lucha contra ese colonialismo.
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Todavía en el siglo 21 se promueve en este país el “endiosamiento“ al colonizador. Sectores del país defienden y apoyan las acciones del gobierno de EE.UU. como si fueran las propias. Las justificaciones de las viles políticas racistas, xenófobas e imperialistas; el sentido de subordinación, de sometimiento e impotencia y la creencia de que no podemos hacer lo que hacen en más de 180 países del mundo -que es mandarse a sí mismos con libre determinación- son ejemplos desgraciados de ese colonialismo. La desigualdad social, la pobreza, la ignorancia y las múltiples acciones discriminatorias son consecuencias intrínsecas de este colonialismo que nos ahoga.
Fueron muchos los ejemplos estudiados en ese curso de Nieves Falcón sobre este retrato del colonizado y tantos más son los que vivimos cotidianamente hoy. La ruta estuvo, ha estado y está definitivamente trazada para destruir el colonialismo, sus consecuencias y sus efectos. Esa ruta es la de la independencia y la libertad unidas a un profundo proceso de reconstrucción económica y social. Es la ruta de la búsqueda de un nuevo retrato de país libre, justo, solidario, eficiente y en equidad, mirando de frente al mundo desde una nueva sociedad fortalecida, saludable y sólida en sus bases y columnas; la de una patria nueva.