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Cleopatra y María Antonieta o Gobierno y Poder: Tiranía del estilo en La Fortaleza

Colaboración del profesor e investigador, Eliseo Colón Zayas, en momentos en que la Gobernadora ofrece un mensaje al país desde un cine.

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Desde hace varios días, entramos a Facebook y nuestras amistades nos retan a que coloquemos la imagen sin título y sin referencia de 10 películas que nos han marcado en nuestra vida. Es un juego que desafía nuestra enciclopedia mental cinematográfica, y es que el cine ayuda para pensar muchas cosas. En momentos en que vivimos un toque de queda que pronto aparecerá en el Guinness World Record y que está fundamentado en un racismo que nos infantiliza a los puertorriqueños bajo el lema “you better keep them lock they are a bunch of trouble makers” del gobierno federal y asumido por la señora gobernadora, el cine sirve para muchas cosas. Entre muchas ocurrencias, el cine ayuda a reflexionar en torno a la tiranía del estilo en el arte de ejercer el poder de la gobernadora Wanda Vázquez Garced.

En el film Cleopatra de 1963, interpretado con la pasión del erotismo kitsch que marcó la actuación cinematográfica de Elizabeth Taylor, la emperatriz egipcia seduce y gobierna mientras se cambia 65 veces de vestidos. No hay nada como la tiranía del estilo, diría Cleopatra. Por lo visto, la gobernadora Wanda Vázquez Garced, al igual que la Cleopatra de Liz Taylor, construye su imagen a partir de esa gran máxima: la tiranía del estilo. Sus nueve mascarillas contra el Coronavirus retratadas por los fotógrafos y camarógrafos de los medios de comunicación son una muestra de esta tiranía del estilo en el arte de gobernar de Vázquez Garced.

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El arte de gobernar es el arte de conducir y ejercer el poder. En estos tiempos de la sociedad del espectáculo, gobernar bajo la tiranía del estilo puede ser algo bien chic. Los puertorriqueños estamos fascinados por las veces que hemos visto desde agosto de 2019 los espejos, cuadros, mobiliario, en fin, el lujo de los salones de La Fortaleza. Estoy seguro de que muchos fotoperiodistas pensarán que forman parte del equipo de producción de Sofía Coppola filmando su película María Antonieta. Los fotoperiodistas puertorriqueños acceden a los grandes salones de la fortaleza para captar las imágenes de un gobierno bajo la tiranía del estilo al igual que el equipo de producción de la señora Coppola, a quien los administradores de Versalles otorgaron en 2005 un acceso sin precedentes a los salones del palacio versallesco para filmar escenas de María Antonieta. Los mejores ejemplos de esta forma de gobernar de Vázquez Garced aparecen en las imágenes de la firma el 1 de junio del nuevo código civil. Son imágenes que responden al exceso de un barroco de la superabundancia y el desperdicio, como diría Severo Sarduy, y donde el oro constituye el soporte simbólico, excrementicio, de la firma de la gobernadora de una ley repudiada por la ciudadanía pensante.

Me pregunto cómo puede ser un gobierno bajo la tiranía del estilo del espectáculo y lo espectacular. ¡Pensemos un poco! Dos de las formas contemporáneas de ejercer el control, el gobernar y la cibernética, tienen un mismo origen, a su vez requieren de un estilo apropiado para su ejercicio. Ambos conceptos provienen del griego kyberneteskybernao, el arte de pilotar una nave, que pasó al latín como gubernare. Para pilotar hace falta una hoja de ruta, un proyecto, un algoritmo, es decir, algo que indique un camino, cómo girar si el camino no es el correcto, hacia donde doblar si cae un aguacero, etc. Hasta el gran Sheldon de la serie The Big Bang Theory tenía su propio algoritmo, su hoja de ruta, para echarse encima a las novias y hacer amistades bajo la tiranía del estilo de un “nerd”. Google les muestra el algoritmo de Sheldon con gran rapidez.

La gran interrogante surge cuando se accede al poder y se gobierna como lo ha hecho Wanda Vázquez Garced desde el 7 de agosto de 2019 con un mapa, un proyecto, una hoja de ruta, un algoritmo cuyo norte es la tiranía del estilo. Sin proyecto o programa político, social o económico, es la burocracia del país la que sigue avanzando y afianzándose en el poder. Esto acarrea unos riesgos sociales, políticos y económicos que tienen efectos perjudiciales a corto y largo plazo. La tiranía del estilo con que la gobernadora construye su imagen remite a lo que ha sido su gestión como burócrata en diversas agencias gubernamentales: vivienda, justicia y procuraduría de la mujer.

Wanda Vázquez Garced llega al poder luego de una batalla campal entre los tecnócratas y los burócratas de su partido, donde estos últimos en contubernio con el poder judicial ganaron la batalla, se declaró inconstitucional una ley. El mundo entero vio como la corrupción viral a través del ejercicio cibernético del poder, a través del Telegram-Chat, de los tecnócratas criados jugando con four-tracks y play-stations y viendo Home Alone y Die Hard estalló como siquitraque el verano de 2019 en Puerto Rico. Vázquez Garced llegó a la gobernación con una extensa trayectoria en la burocracia del Departamento de Justicia. Como burócrata del sistema judicial, enseguida construyó su imagen a través de la tiranía de estilo. Su ejercicio del poder es una mezcla entre la Cleopatra de Liz Taylor, la María Antonieta de Sofía Coppola y el personaje Gerd Wiesler, el fiel vigilante del Stasi en La vida de los otros, película no inglesa ganadora del Óscar en 2006.

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Las veces que interpreta su papel de burócrata vigilante a lo Wiesler del Stasi, Vázquez Garced ejerce una función conservadora de la ley y evita cualquier novedad, así sea la novedad conseguida a través de logros precedentes, legislativos o judiciales. Esto fue lo que ocurrió el 1 de junio cuando convirtió en ley el nuevo código civil mediante un acto simbólico que entrelazó lo que hasta ahora ha sido su hoja de ruta: fuerza y poder, ley y gobierno. Su tiranía del estilo enfatiza en todo momento unas relaciones de poder sistemáticas y, a menudo, opresivas, como las que el espectador ve en La vida de los otros. Yo soy la gobernante, ustedes los gobernados. El arte de gobernar de Vázquez Garced se encuentra asociado a la burocracia y al diseño de dispositivos disciplinarios despersonalizados, como los que vemos representados en la película de 2006, que posibilitan la regulación de las conductas de manera indirecta o a distancia. Esto es algo que agrada enormemente a la fiscalía federal y al ala burócrata de su partido, encabezada por el presidente del Senado.

Esta conjunción de la tiranía de estilo de los espectacular y lo cinematográfico ha sido la constante de Wanda Vázquez Garced desde que tomó el poder. Los primeros 100 días fueron una caracterización de una imagen a lo Cleopatra y a lo María Antonieta que culminó con la regia fotografía luciendo en la Fortaleza el traje verde del diseñador Harry Robles. Fueron 100 días para construir la imagen de la burócrata del “pushing papers” que desdeña a los tecnócratas de la corrupción de su partido y con ello organizar su forma de gobernar. Eran los días de hablar a favor de las peleas de gallos y de deposiciones en contra de la Junta de Control Fiscal en el congreso. Todo parecía idílico hasta el día de Reyes cuando “an act of God” trajo un revival del cine de Visconti y todo acabó al son de La terra trema.

A partir de ahí y al carecer de un proyecto, de un plan político, de una hoja de ruta económica, social, política para avanzar, Vázquez Garced comenzó a ejercer el poder a través de orden ejecutiva, tras orden ejecutiva, incluyendo la instauración de uno de los toques de queda más duraderos en la historia reciente de Norte y Sur América. Por otro lado, tuvo que recurrir a los tecnócratas de su partido para atender la crisis sanitaria causada por el Covid-19 y éstos trajeron consigo de nuevo las prácticas de la corrupción. Además, comenzaron las renuncias de funcionarios incapaces de atender y resolver las situaciones de precariedad que poco a poco han ido agravando desde que comenzó el año la vida cotidiana del puertorriqueño. En fin, como Lo que el viento se llevó y su célebre “Frankly, my dear, I don’t give a damn” han sido desbancados, mejor es que pensemos en un revival de Rodolfo Valentino, otro maestro de la tiranía del estilo, y Los cuatro jinetes del apocalipsis.

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