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Opinión de Rosa Seguí Cordero: Las mujeres y el trabajo social no remunerado

Lea la columna de opinión de Rosa Seguí Cordero

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Esta es la octava semana bajo toque de queda. Una coalición de patronos en su afán de reabrir el comercio -contra las recomendaciones de expertos en la salud- quieren dar la impresión de que hemos dejado de trabajar. Sin embargo, salvo escasas excepciones, lo cierto es que durante el encierro trabajamos mucho más que antes. Mantener una vivienda aseada y cuidar a nuestros dependientes para mantenerlos saludables, especialmente durante una pandemia requiere de mucho trabajo físico y mayor esfuerzo mental. Esta carga incrementa aún más cuando los dependientes son menores o adultos mayores quienes necesitan mayor asistencia en muchas actividades y aspectos de su vida. Hoy nadie puede cuestionar la gran cantidad de trabajo y esfuerzo que requieren estas tareas que históricamente recaen principalmente sobre las mujeres. Esta carga desproporcional se agrava ante la respuesta del gobierno -estatal y federal- que sigue siendo inadecuada, escasa y tardía.

Escasean las discusiones en las que se reconozca que este trabajo que hacemos mayormente las mujeres en el hogar no es compensado. Si reflexionamos seriamente sobre la naturaleza de este trabajo podemos concluir que son tareas necesarias socialmente. Por eso, necesitamos una compensación adecuada por todo ese trabajo que incluye cuidar a nuestra niñez, a nuestros viejos, alimentarles y proveerles un hogar.

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Esta desigualdad se exacerba aún más en este período por la exigencia de los patronos de que las asalariadas y asalariados se reincorporen a sus puestos de trabajo. La clase trabajadora en este País está integrada en su mayoría por mujeres, muchas de las cuales son madres y se enfrentan a una disyuntiva complicada y peligrosa: a pesar de tener poco o ningún ingreso no pueden regresar a sus puestos de trabajo porque las escuelas están cerradas y no hay opciones de cuido para sus hijas e hijos. No existe -ni podemos esperar- propuesta alguna de parte del gobierno para atender esta situación provocada por su improvisación y que ha dejado a miles de mujeres, a sus familias y a una parte importante de nuestra niñez desprovistas de apoyo económico. La educación con perspectiva de género es un factor necesario para superar esta injusta división del trabajo doméstico. Pero esos cambios no se manifestarán de un día para otro.

Por eso y por muchas otras razones propongo concretamente establecer una compensación mensual por el trabajo socialmente necesario que no es compensado y que recae en su mayoría sobre las mujeres.

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