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De virus y memorias o cómo vivir la viralidad contemporánea

Colaboración del profesor e investigador de la Universidad de Puerto Rico, el doctor Eliseo Colón Zayas.

Eliseo Colón Zayas

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Nuestra contemporaneidad viral del Covid-19, el teletrabajo, el estudio y la docencia online, el avance de las compras por Internet, el aumento de las gestiones gubernamentales y bancarias por Internet es la de un tiempo en que el Coronavirus nos ha llevado a asumir pasivamente un cuerpo electrónico a merced de los flujos virales y la viralidad. Es como si nuestro cuerpo estuviera acechado por un organismo viral e inmerso en las vicisitudes del mundo informático, como los tripulantes de la nave espacial en la película 2001 Odisea del Espacio de Stanley Kubrick por Hall 900. Esta nueva contemporaneidad de vivir la viralidad amerita pensar en torno al virus, lo viral y la viralidad en el mundo de las computadoras e Internet. Estamos ante unos agentes, uno orgánico y otro electrónico, cuyos flujos imparables tienen en su ADN el potencial de convertirse en virus.

Del latín virus y éste a su vez del griego īós, la palabra tiene varias etimologías que la emparentan con palabras como veneno, corroer, flecha y flujo. Por ello, no sorprende que vinculemos la expansión de un virus en un organismo vivo con la expansión de un agente en las redes de Internet. El filósofo e historiador estadounidense Mark Poster utilizó en 1990 la metáfora de la infección viral para describir el virus Morris que había afectado dos años antes las computadoras militares y de universidades conectadas a la entonces red ARPAnet, y cuyo diskette se encuentra hoy en día en el Museo de la Ciencia de la ciudad de Boston.

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El antropólogo Claude Lévi-Strauss comprobó en 1958 que las formas básicas de intercambio de toda sociedad humana son los económicos, los simbólicos y los sexuales. En diversas épocas de la historia de la humanidad los flujos imparables de las infecciones virales han sido capaces de destruir o transformar maneras de llevar a cabo estos intercambios, eliminando unos o creando nuevas maneras para llevarlos a cabo. Hoy en día, los flujos virales del mundo informático también pueden destruir o transformar las formas básicas de intercambio humano. Un ejemplo es el flujo viral informático que las agencias de marketing y publicidad operan en las redes sociales de Internet y que estas empresas asumen como necesarios y saludables para su subsistencia económica.

El flujo viral informático que afecta las memorias de las computadoras puede corroerlas, dañarlas o puede darles una nueva vida, generando nuevas funciones informáticas. Este es el caso de los virus para ataques DDoS y la cripto-minería de datos, tan temidos por gobiernos, bancos y otras empresas quienes muchas veces han pagado rescates para su desactivación, pero valorados por otros. En estos tiempos de circulación masiva de información, la interdependencia humana en redes informáticas lleva a que la memoria humana esté sometida a grandes epidemias que se convierten en pandemias. Ejemplo de una expansión pandémica de este tipo de epidemia fue la que propagó la empresa Cambridge Analytica mediante el flujo viral de información dirigido a través de las redes sociales de Internet a los votantes estadounidenses con anuncios políticos y otras publicaciones personalizadas basadas en su perfil psicológico para lograr la elección de Donald Trump.

La transmisión viral informática hacia humanos plantea la transformación de nuestros intercambios y universos simbólicos, o sea, de cómo experimentamos nuestras vivencias, tradiciones, recuerdos, relatos, etc. Estos virus del mundo informático tienen la capacidad de transformar todo aquello con que damos sentido a nuestra vida. Memes, foros, posts, blogs y microblogs, mensajería instantánea, etc. son algunos de los formatos para la transmisión viral informática cuya viralidad altera de muchas maneras nuestro ecosistema simbólico. ¡Verdad que es bonito el romance entre Theodore Twombly, el héroe romántico de la película Her, y Samantha, el sistema operativo de su computadora!

Si bien en estos días tratamos de espantar el patógeno viral SARS-CoV-2, llamado con desafecto o afecto Covid-19 o Coronavirus, de nuestras vidas y nuestro entorno, la vida bajo el confinamiento ha convertido a la memoria de nuestros cuerpos electrónicos en caldo de cultivo para la transmisión viral informática. Esta vida como cuerpo electrónico ha llevado nuestro universo simbólico a los más interesantes nexos de nuevos sentidos y nuevas vivencias, es decir, a nuevos momentos de productividad. Por ejemplo, el sábado 2 de mayo a las 7:13 de la mañana un temblor de entre 5.1 y 5.5 grados de magnitud y cuyo epicentro fue al sur de Puerto Rico provocó un flujo viral a través de las redes sociales. ¡Tembló! ¿Lo sintieron? ¡Ese sí que fue fuerte! En una fracción de segundos los hilos de Twitter y los muros de Facebook se olvidaron del confinamiento y del Covid-19 y pasaron a teatralizar lo ocurrido en la ciudad de Ponce. Enseguida la población activó los recuerdos de las trullas fallidas del largo fin de semana del Día de Reyes 2020 cuando la tierra en Puerto Rico no paró de temblar y el Covid-19 y la corrupción gubernamental dejaron de ser trending topic. Los cuerpos electrónicos de la población puertorriqueña reactivaron en una milésima de segundo los recuerdos de hace unos meses y el temblor retomó su circulación viral en todas las redes sociales. ¡Tembló!

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El temblor reavivó viralmente en Facebook y en Twitter la discusión del mal manejo en la distribución de suministros a la población afectada durante los temblores de enero. Como buenos replicadores virales, las redes sociales fusionaron la discusión viral sobre el mal manejo de suministros a la población por parte del gobierno a la discusión viral del mal manejo en la adquisición de materiales para las pruebas del Covid-19 en la población y liberaron un nuevo virus en las redes sociales. La transcripción del nuevo virus en las redes sociales durante el proceso de replicación ha sido muy fácil: el mal manejo del gobierno en su gestión administrativa. Ante este virus que se sigue reactivando, el gobierno podría contratar los troles de alguna agencia de publicidad o marketing e inocular con retrovirales las redes sociales si quiere contrarrestar el alto ranking microbiológico viral de su mala gestión.

El 2 de mayo las redes viralizaron el temblor y con ello sus imágenes. Una de las imágenes virales de los estragos del temblor fue la de los balcones, cornisas y frisos destruidos del Museo de la Masacre de Ponce. Como si fuera una metáfora de nuestra contemporaneidad puertorriqueña, la imagen se repitió una y otra vez en las redes sociales y en la prensa, y pasó a convertirse en la imagen de nuestro 2 de mayo de 2020. No es la primera imagen de un evento ocurrido un 2 de mayo. La memoria humana que viraliza mis recuerdos recupera el cuadro de Francisco de Goya. Goya pintó en 1814 su 2 de mayopara mostrar el levantamiento de Madrid contra las fuerzas napoleónicas A diferencia del cuadro de Goya, la imagen viral de la destrucción del Museo de la Masacre de Ponce logró una expansión viral con una difusión exacerbada a través de las redes sociales.

Imagen del Museo de la Masacre de Ponce afectado por el temblor de mayo y la imagen del cuadro de Goya que recrea el levantamiento de Madrid contra las fuerzas napoleónicas. Ambas imágenes virales en distintos contextos.

Esta relación contemporánea entre las enfermedades virales que afectan al cuerpo humano y la lógica de la información en las redes sociales recomponiendo nuestro universo simbólico de vivencias y recuerdos lleva a una población adherida a sus celulares y computadoras a participar de diversas maneras en esa nueva forma de renovación simbólica. El usuario activa sus saberes, lógicas y pasiones a la vez que la viralidad de los mensajes lo llevan hacia el desarrollo de nuevas producciones en Internet o a desarrollar nuevas formas de sentir y de creer. Por ejemplo, los llamados FakeNews se viralizan porque promueven formas de sentir y creer.

La transmisión viral en las redes sociales del 2 de mayo de 2020 y el derrumbe de la fachada del Museo de la Masacre activó en mi memoria recuerdos de imágenes de otros derrumbes, terremotos y temblores, el cine de Hollywood está lleno de esas imágenes. Activo también la historia de la represión y el autoritarismo ejercido sobre los puertorriqueños por el entonces gobernador militar Blanton Winship. Además, conjugué el neologismo verbal que marca la acción de Googolear y Googoleé. Cada vez que hacemos ese clic, activamos varios flujos virales. Google nos trae las páginas cuyo ranking de viralidad es más alto en el Internet, aunque tal vez no sea lo que estemos buscando. Temblores + Puerto Rico, clic: encontré lo que no se me había perdido, fotografías del terremoto del 11 de octubre de 1918 incluidas en el Informe del Comisionado del Interior al Gobernador de 1919.

Terremoto de 1918 en Puerto Rico Terremoto de 1918 en Puerto Rico

Imágenes del terremoto de 1918 en Ponce y Mayagüez.

En fin, nuestra nueva contemporaneidad de flujos virales orgánicos e informáticos nos lleva a una vida donde nuestro cuerpo y nuestra memoria se reajustan a nuevas formas lógicas y saberes de lo social, de placeres y de maneras en que construimos el sentido de nuestra vida. Al final de 2001 Odisea del Espacio, el científico Dave Bowman desconecta la computadora Hall 900 la cual había tomado posesión viral de todo y todos en la nave espacial. Bowman aterriza finalmente en Júpiter y se transforma en un feto estelar que flota alrededor del globo terráqueo.

El enigma del final siempre nos perseguirá. Sin embargo, en estos tiempos de virus como el Covid-19, memorias y vida en la viralidad, ese final puede que nos permita pensar la posibilidad de una relación máquina informática / humanos, donde la memoria humana alcance una inteligencia y potencialidades ilimitadas.

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