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Opinión del Padre Orlando Lugo: Entre el trago y los bikinis

Lea la columna de opinión del Padre Orlando Lugo

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Algunos “aletazos” del movimiento intelectual conocido como el “pensamiento débil” existen, e insisten en orientar la opinión pública desde las redes sociales. La debilidad del pensamiento se caracteriza, según el filósofo italiano Gianni Vattimo, por interpretaciones comparativas libres, pero no sujetas a la lógica. No todas las comparaciones son lógicas, aunque vengan de figuras respetadas del país y reciban el aplauso a ciegas de los mismos de siempre.

La admirada periodista Daisy Sánchez escribió esta semana en su cuenta de Twitter: “Si la gobe abre las iglesias no tendrá excusa para abrir los cines, teatros, bares y playas”. Y no fue todo lo que expresó mi ex compañera de Univision Puerto Rico, hay más: “Porque todos deben tener el mismo derecho de escoger donde se reúne con sus amigos”. Para Daisy, ir a la iglesia es igual a bañarse en la playa o darse “un palo” con los amigos. Esta comparación argumentativa es fruto, a mi juicio, de un pensamiento débil. Carece de lógica precisamente por tres razones: el origen, el propósito y la finalidad de las actividades que intentó meter todas dentro del mismo saco.

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La libertad de culto es un derecho natural y no un beneficio, a diferencia del trago y del bikini. Es un derecho porque valora objetivamente al “hecho religioso” como un fenómeno cultural mundial de primer orden. Por esta razón, a diferencia del trago y del bikini, el asunto religioso está salvaguardado constitucionalmente por la separación entre la iglesia y el estado.

Muchos de mis amigos no van a la iglesia. Tampoco estoy seguro si es el momento adecuado para abrir las puertas de los templos. Lo que no es justo es menospreciar por sistema el aporte religioso a la sociedad civil. Una fe bien vivida trae paz, estabilidad emocional y orden social. Entiendo lo que Daisy quiere expresar. Pero el culto no es lo mismo que un bar, cine, teatro o playa; aunque en lo personal no tengo problemas con darme “un palo” de vez en cuando, ni mucho menos con los bikinis.

 

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