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Opinión de Mariliana Torres: Rastreadores

Lea la columna de Mariliana Torres

Una de las evidencias más contundentes de que el actual gobierno de nuestro país no tiene ni idea de lo que es un protocolo para atender una crisis salubrista es el sonido perturbador de una alarma. De repente mientras caminabamos sonó la alarma y no era para recordar que era momento de regresar a la casa por el toque de queda. Perplejo quedó aquél que leyó que el gobierno estaba recabando donaciones de sangre de los que han sufrido el coronavirus.

No criticamos la intención de donación pero entonces uno reflexiona y se da cuenta que es que nunca el ente gubernamental ha tenido y ni siquiera está en borrador el plan de rastreos. Este es un aspecto muy importante en la atención salubrista de la enfermedad. Dicho de otro modo se necesita identificar los casos sospechosos y confirmados para poder retomar la normalidad en nuestro diario vivir. Ya que es inevitable la crisis económica mundial y Puerto Rico ya sufría de depresión económica tenemos que identificar qué se puede hacer y cómo volveremos a socializar. Por lo visto aquí no se han dado cuenta que esto va para largo. En países como España e Italia se han atendido muy mal las primeras fases del virus por desconocimiento gubernamental y cooperación ciudadana. Las consecuencias son nefastas. Se vislumbra que no se saldrá del hoyo por lo menos en dos años. Y hago referencia a esos dos países que necesitan del turismo y que son la envidia de muchos otros países por los ingresos económicos que este sector logra dejar en las arcas. Puerto Rico que debería tener mayores ingresos por el turismo apenas conoce como mercadearse. Para colmo se habla de retomar la normalidad sin un plan que conteste por lo menos el cómo.

Los rastreos son importantes porque se de buena tinta que hay gente en la Isla que llegó de viaje con el virus y se pasea como si nada. Nunca se les revisó y gracias a los mejunjes asi como su historial de buena salud han salido hacia adelante. Ni los vecinos se enteraron. Pudieron ser identificados como asintomáticos o supervivientes que ahora quieren donar plasma. Fíjese como son importantes. Pero del buen gesto ciudadano al hecho hay un largo trecho porque el mismo gobierno no sabe que hacer con la intención de donación. Para que funcione el llamado plan por fases para retomar a la normalidad hay que identificar primero quienes serán los rastreadores. Un mensaje de texto que asusta no es un rastreador y mucho menos parte de un plan de vigilancia epidemiológica. No soy doctora en medicina pero no hay que tener especialidad médica para optar por la lógica ante lo que estamos viviendo. Aquí ya se olvidaron del significado cuarentena. Quisiera saber: ¿Cuántos de los viajeros que llegaron a la isla se mantuvieron en cuarentena? La responsabilidad ciudadana a esa disposición falló. Hace unos días observamos como decenas de motoristas hacían uso de su ensordecedor transporte. Se pasearon como si nada, boca no cubierta en desafío al ente sanitario del país. ¿Y la policía? Pero si no los detenían ni siquiera cuando nuestra vida era “normal” y no nos dejaban dormir.

Evitar la cadena de contagio es el objetivo de todos los países con 30 rastreadores por cada 100,000 habitantes. Si aquí se ha hablado de eso no lo he escuchado ni en murmullos. Hay que reforzar el rastreo exhaustivamente pues solo de esa manera conoceremos si realmente hay una desescalada de casos. Y cuando ya se hable de desescalada no podemos bajar la guardia porque entonces habrá que conocer el plan para atender las otras patologías que estando encerrados en sus casas han desantendido sus afecciones de salud.

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