La respuesta gubernamental ante la amenaza del COVID19 ha sido inadecuada. Reina la improvisación y el tribalismo partidista en una gestión manchada por la corrupción. Basta recordar las expresiones irresponsables de los funcionaros encargados de la salud pública, quienes subestimaron burlonamente los riesgos de la pandemia. La entonces epidemióloga del estado concluyó que la razón por la que había contagios en Italia era por su cercanía a China y el entonces Secretario de Salud nos aconsejaba serenidad pues no existían vuelos directos desde allí. Sin embargo, el domingo 8 de marzo todo cambió. El gobierno anunció que el primer caso sospechoso había llegado a San Juan en un crucero.
El domingo siguiente la gobernadora puso en vigor una estricta orden mediante la cual logró el aislamiento de la mayoría del país. Esta medida fue tan impensada como la secuela de improvisaciones que tuvo. El país asumió responsablemente los retos del distanciamiento físico. Sin embargo, el gobierno desaprovechó el tiempo y no condujo las pruebas necesarias. Su compra se convirtió en otra oportunidad para seguir desviando fondos públicos a los bolsillos privados de allegados y aliados políticos. La respuesta para mitigar la cuarentena también es inadecuada y no toma en cuenta a otros sectores sociales importantes. Los fondos de desempleo y asistencia nutricional están enredados en esquemas similares de contratos incumplidos.
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Parece que estamos en una cuarentena indefinida lo que provoca más incertidumbre, desesperación y desolación para la mayoría asalariada y empobrecida. Este cuadro lo aprovecha una coalición de diversos patronos para exigir la reapertura de sus comercios, sin importar el riesgo que la búsqueda de más ganancias expone a la clase trabajadora, en su mayoría mujeres, una de cuyas gestas más importantes celebramos en estos días: el Primero de Mayo.
Según los expertos se puede pasar de la cuarentena a la siguiente fase cuando haya una reducción de contagios por 14 días consecutivos, cuando los hospitales puedan atender de forma segura a todos sus pacientes sin recurrir a medidas de crisis, cuando el estado pueda realizar pruebas diagnósticas a todos los pacientes con síntomas y sea capaz de monitorear todos los casos confirmados y todos sus contactos. Solo entonces podemos considerar abrir paulatinamente las actividades comerciales cuyos planes deben incluir suficiente equipo de protección personal para los empleados. Mientras esto ocurre es impostergable la distribución de los fondos de mitigación y la aprobación de todas las medidas que sean necesarias incluyendo la garantía alimentaria. Siento decirlo, pero aún no estamos listas.