Como si la emergencia del COVID-19 no fuera suficiente, el escándalo de la compra de pruebas por $39 millones obliga al país a lidiar con la ineptitud, falta de transparencia y la corrupción que nuevamente impiden una recuperación efectiva.
A preguntas mías en la vista pública del miércoles, la exsecretaria de salud expresó que el Departamento de Salud (DS) tiene mala nota -yo añado F- en el manejo de la emergencia y que uno de los problemas es que el sistema de salud está 90% privatizado. Desde el PIP llevamos décadas planteando la necesidad de transformar el sistema mediante un plan universal tal y como lo he propuesto en el Proyecto1253.
PUBLICIDAD
Pero, más allá de las responsabilidades y actuaciones de la exsecretaria, aún queda por investigar los señalamientos de cambio de órdenes, contratos millonarios y funcionarios de menor jerarquía tomando decisiones por encima del Secretario de Salud. Esta investigación está comenzando, e independientemente de la lucha primarista en el PNP, faltan testigos, documentos y analizar los controles, intromisiones, contratos a empresas sin ninguna relación con la salud. Evidentemente también hay que evaluar la responsabilidad de los funcionarios de Fortaleza y la presencia del clientelismo político.
En la vista quedó constatada la nefasta e irresponsable compra de pruebas, que fue revisada y aprobada por Salud, Manejo de Emergencias, ASG y OGP, y nadie indagó el peritaje en el área de salud, equipos y pruebas médicas de la empresa que las vendía y si las mismas contaban con la aprobación de la FDA.
El Comisionado del NMEAD confirmó la información publicada por el Centro de Periodismo Investigativo sobre que el Dr. Juan Salgado, miembro del “task force”, refirió suplidores de pruebas durante la emergencia y aceptó que ningún funcionario de Salud emitió por escrito algún análisis de salud pública, del porqué contratar a esta compañía, en otras palabras que nadie dio ninguna recomendación. La historia se repite, como sucedió tras los huracanes y temblores, la corrupción emerge en los momentos de más vulnerabilidad para el País.
Finalmente tenemos que continuar con las medidas de distanciamiento social, quedarnos en casa, ser solidarios con todos los sectores vulnerables de la sociedad, salir a la calle con guantes y mascarillas, pero como señala María dé Lourdes Santiago usamos mascarillas, pero no mordazas y continuaremos denunciando las irresponsabilidades y las injusticias.