El grupo de profesionales que componen el Task Force del Gobierno ya han expresado la necesidad de continuar con la “cuarentena”, el distanciamiento social y el cierre de los negocios y empresas, como la medida principal para detener el contagio y avance del COVID-19. El Gobierno acogerá esta recomendación y el país continuará “detenido”, en “pausa”.
Las mínimas veces que he salido de mi hogar para ir al Capitolio, así como llevarle comida a mi madre y en las conversaciones telefónicas y el seguimiento de redes sociales demuestran que la inmensa mayoría del país cumple con el distanciamiento social. Ese sentido de conciencia e incluso de solidaridad es crucial durante todo este proceso.
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De igual forma, continúan diversos sectores, en particular de la clase médica, reclamando mayor disponibilidad y accesibilidad de las pruebas, seguimiento a los contagiados y su entorno.
Son tantos las trabajadoras y trabajadores que en medio de estas crisis están dando lo mejor para mantener el país a flote y luchando contra la pandemia. La lista es interminable, y sé que dejaré sectores fuera, pero es preciso señalar a los profesionales de la salud, enfermeras, médicos, tecnólogos, salubristas, policías, manejo de emergencias, empleados públicos, del sector de los alimentos, comunicaciones y servicios esenciales, como la energía eléctrica y el agua.
También tenemos las y los maestros que desde sus hogares, particularmente las y los de educación pública, hacen lo indecible por dar clase a sus estudiantes.
Tampoco podemos olvidarnos de las y los miles de trabajadores que han perdido sus trabajos, que no están recibiendo ingresos, de las miles de personas mayores vulnerables a enfermedades, que muchas viven solas y ahora la soledad las arropa, las víctimas de violencia de género y los casos que van en aumento. Cómo la pobreza y la desigualdad social marcan diferencias, formas y maneras de mirar, atender y vivir toda esta crisis.
Tenemos que continuar las medidas de distanciamiento social, reclamar más pruebas de laboratorio para detectar el COVID-19, legislar para paliar algunos efectos de la crisis, quedarnos en casa, pero sin perder nunca de perspectiva que tenemos una agenda por delante de transformación política, económica y social. Esta generación y las próximas se merecen una nueva Patria de justicia social.