Al igual que en el caso de los seres humanos, los Gobiernos y las instituciones también son puestos a prueba en momentos de crisis. Es precisamente en los momentos más difíciles cuando se crecen o empequeñecen sus líderes, cuando resisten o colapsan sus estructuras y cuando funcionan o, simplemente, perecen.
Durante los pasados años, nuestro archipiélago ha estado inmerso en una crisis socioeconómica continua. Lo que comenzó como el colapso fiscal del Gobierno, con la suma de una Junta, dos huracanes, varios terremotos y, ahora, una pandemia, se convirtió rápidamente en la transformación de la realidad social de muchos. Evento tras evento, nuestro Gobierno y sus dependencias fueron puestas a prueba y, ante la ausencia de planes de emergencia, estadísticas fidedignas, servicios integrados o, como mínimo, honestidad y competencia, la gestión pública se redujo a la improvisación crasa, desde el ejecutivo, y a la legislación vana y acomodaticia a los intereses que financian las campañas políticas, desde el Palacio de las Leyes. Hoy, más que nunca, vivimos las consecuencias de un Gobierno que, una y otra vez, se ha mostrado incapaz de ponerse en los zapatos de quienes sufren y padecen las consecuencias de su incompetencia.
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En momentos en que nuestra población permanece, en su mayoría, en aislamiento obligatorio, y en los que solo los servicios esenciales continúan operando, urge que nuestro ejecutivo acoja las recomendaciones de los expertos y las incluya en un plan de prevención y mitigación que se ejecute de forma integral por el Departamento de Salud, la Universidad de Puerto Rico y el Instituto de Estadísticas; un plan que incluya disposiciones claras para proteger dignamente a las personas sin techo y a aquellos privados de su libertad. Por otra parte, nuestra Legislatura, debe aprobar legislación para atender las necesidades económicas de nuestra gente, el impacto a las pequeñas y medianas empresas, el acceso a alimentos y la continuidad de los servicios educativos, judiciales, contra la adicción y de salud mental.
Sin duda alguna, vivimos tiempos difíciles, pero seguimos aquí luchando, mirando de reojo a la crisis asomar su rostro sonriente, dándonos la oportunidad de probarnos una vez más.