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Opinión de Mariliana Torres: "Conferencias de prensa"

Lea la columna de opinión de la periodista Mariliana Torres

Mariliana Torres metro pr

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Una conferencia de prensa es una nota de prensa hablada o verbalizada en la que se convoca a los periodistas para contestar preguntas. Si la persona o personas no contestan preguntas, no es una conferencia de prensa. La convocatoria se convierte en un discurso unilateral.

Se supone que en la conferencia de prensa se puedan disipar las dudas, hacer preguntas y ampliar la información con documentos fiables. Nunca la persona que va a contestar las preguntas ni los miembros de la prensa van a una conferencia de prensa sin prepararse o documentarse sobre el tema a tratar.

Desde los tiempos del gobernador Pedro Rosselló, las conferencias de prensa cambiaron a una rueda de prensa unilateral cuando no se querían contestar las preguntas o el tema les daba dolor de estómago. Además, iniciaron la mala costumbre de separar la prensa y apartarla como si fuera ganado. El acercamiento al entrevistado en un diálogo franco y verdadero mejora las relaciones con la prensa y remite esa aproximación a los constituyentes. Malas decisiones, mentiras u ocultar información ocasionan que, de repente, el encargado de la conferencia de prensa grite a viva voz “no más preguntas” y se lleve a su cliente.

Entiendo que está haciendo su trabajo, que es proteger a su cliente, pero en comunicaciones, el lenguaje corporal inadecuado y ocultar la información a la prensa son dos errores garrafales. ¿Sabía usted que los periodistas sagaces, serios y comprometidos con la verdad conocen de antemano cuales serán las contestaciones del entrevistado? Y no es necesariamente porque se las dicen o tienen un soplón. Un periodista que hace su trabajo e investiga conoce muy bien como se comportará el entrevistado. Además, el lenguaje corporal delata a la persona cuando miente. El permitir que la persona mienta en una conferencia de prensa o se le note que no sabe nada del tema es una aniquilación de su profesionalismo y, por consiguiente, se invalida la transparencia. En una conferencia de prensa nunca el portavoz improvisa o sale corriendo con su cliente. Peor es que se involucre en un intercambio verbal poco profesional con los miembros de la prensa. Si todo marcha como debería ser y se ampara en la verdad, no hay por qué temer a las preguntas. Si se habla con la verdad, ello se publicará. Si habla amparado en las falsedades, disminuirá su credibilidad como portavoz, porque la prensa siempre publicará la verdad. Si desconoce la respuesta es mejor reconocer que no la sabe, y prometer los documentos de apoyo o la contestación más adelante. ¡Ojo!, deben recibirse el mismo día de la conferencia de prensa.

Últimamente, no prevalece la cordialidad y el respeto en las conferencias de prensa, y lo peor es que se quedan muchas preguntas sin contestar. Los entrevistados están a la defensiva y utilizan palabras que denotan negatividad y frustración. A muchos de los jóvenes periodistas que intentan hacer las preguntas les ignoran. La mayoría de las preguntas denotan falta de preparación. Es obvio que con la experiencia se es más sagaz, pero prepararse para una entrevista es una tarea diaria. Todo lo anterior es nefasto en una conferencia de prensa, más aún cuando, de repente, dan a conocer comunicados con faltas ortográficas y fechas que indican que conocían del tema con anterioridad, pero ocultaron la información. Como dijo una amiga profesora y relacionista profesional: “Fallan en lo básico”.

Durante una crisis mundial como es la diseminación del coronavirus, el Gobierno de Puerto Rico no ha podido controlar la comunicación. Cada minuto se cometen errores imperdonables que ocasionan desconfianza. No se le da valor a los profesionales de la salud que han advertido sobre las caóticas situaciones en el manejo del problema. Si no pueden ni siquiera seguir los protocolos marítimos, imagínese en una situación de propagación de la enfermedad.

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