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Opinión de Julio Rivera Saniel: "Que no panda el cúnico"

Lea la columna de opinión del periodista Julio Rivera Saniel

COVID-19 o coronavirus. Llámelo como quiera. El asunto es que el tema de la nueva sepa de ese virus, ya conocido por los expertos, ha ocupado titulares por semanas.

Y que lo haga no debe ser sorpresa. Toda novedad provoca interés. Y el interés provoca, inevitablemente, una extensa cobertura noticiosa. La gente quiere saber y la prensa debe estar lista para satisfacer la necesidad de información. El problema surge cuando la información se hace difícil de procesar. Para quienes laboramos en los medios, estos escenarios suponen un gran reto. ¿Qué debo informar? ¿Cómo debo hacerlo? ¿Estará llegando bien la información? Todas esas son preguntas que los periodistas debemos hacernos de manera cotidiana en medio de este tipo de cobertura. De lo discutido en los pasados días le  propongo que nos quedemos con algunas lecciones.

La primera es una simple lección de salubridad y sentido común, de esas que nos enseñan de pequeños. Más allá de los planes del Estado o los municipios, la principal estrategia para protegernos del contagio con el COVID-19 (o la influenza) es la higiene personal. Haya o no hand sanitizer nada sustituye lavarse las manos con agua y jabón con frecuencia. Así que hagámoslo.

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Si estornudamos, no nos cubramos la boca con las manos. Hagámoslo con el antebrazo, o incluso, la manga de nuestra camisa, según nos han dicho expertos.

En segundo lugar, no caigamos en la histeria de las mascarillas. Tanto el secretario de Salud como todos los expertos que he podido entrevistar en estas dos semanas han insistido en que el uso de las mascarillas como medida de prevención se ha sobrevalorado. Más que eso, que usarlas a diario no supone una estrategia recomendada de prevención, ya que, francamente, hará poco para evitar un contagio. Según esos expertos, deben ser usadas por personas diagnosticadas o sus cuidadores.

En tercer lugar, debemos comprender que —aunque el ánimo general pinta el coronavirus como casi mortal— el Centro Chino para el Control y Prevención de Enfermedades ha establecido que la tasa de mortalidad es baja. De hecho, alcanza hasta ahora el 2.3 por ciento. Por ello, con toda probabilidad, los expertos aseguran que si usted es una persona saludable que no tiene el sistema inmunitario comprometido, el COVID-19 no tiene potencial de acabar con su vida. El panorama cambia si usted tiene un cuadro de salud distinto de este, o si es mayor de 60 años.

En cuarto lugar, debemos reconocer que el COVID-19, ahora o más tarde llegará a nuestras costas. Por ello, además de hacer lo que esté en nuestras manos como individuos, será clave el rol del Gobienro para informar de manera efectiva a la población y mantener disponibles voces articuladas e informadas. Los alcaldes criticaron ayer a su llegada a una reunión en el Departamento de Estado lo que identificaron como información “cuestionable” o “intermitente”. Por lo visto, el encuentro de ayer satisfizo a alcaldes de todos los partidos, y eso parece un cambio en la ruta correcta.

Por último, en este —como en todos los casos de los que hemos sido testigos y de aquellos que nos faltan por vivir— es importante que nos mantengamos informados mediante fuentes confiables. No existe arma más poderosa que la información correcta y certera. No es momento para cadenas de mensajes en Messenger o Whatsapp con las ya famosas grabaciones “del amigo, de mi amiga, del amigo” que revela información “archisecreta” que luego, como ya hemos visto antes, se revela falsa. Tampoco es tiempo de “informarnos”a través de “la botana punto com” o “noticias isleñas a la carta punto pr”. Si decide informarse con fuentes poco confiables, usted habrá escogido manejarse entre datos falsos e información desechable.

Armémonos, pues, con las armas correctas.

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