El periodismo tiene un función indispensable en la defensa de los derechos de los ciudadanos. Con el objetivo de difundir noticias a la brevedad posible, se recurre, en ocasiones, a informar y entretener partiendo de errores éticos. He observado que la tendencia de muchos comunicadores es llegar a la escena noticiosa, donde se desarrollan una serie de acontecimientos y proceden a entrevistar sin valorar la pertinencia que tenga la persona a entrevistar o la pregunta que tienen en su mente. El tratamiento de la noticia como si fuera parte del contenido de un programa de variedades le resta valor y seriedad al periodismo. De igual forma, seleccionar personas que no tienen nada que ver con la historia que se desarrolla con tal de obtener un audio perturbador. Desinformar es fácil. Informar requiere conversar con fuentes de información y contrastar datos. No todo lo que se obtiene luego de una entrevista se puede publicar. La pertinencia como valor noticioso es fundamental. Los libros de periodismo lo recalcan. Lo que no entiendo es que, a sabiendas, recurran al entretenimiento en entrevistas perdiendo la oportunidad de convertirse en formadores.
La costumbre de estar entrevistando a menores de edad en acontecimientos fuertes, donde es obvio que están pasando por un trauma, debe suspenderse. Los otros días observé perpleja cómo un llamado periodista sometía a un niño a un interrogatorio de preguntas tontas que lo único que provocó fue el llanto descontrolado del menor. El caso, muy triste y desgarrador, ocurrió precisamente en Guánica. De por sí, sabemos que todos los chiquillos de la zona sur están pasando por un momento muy duro al no tener su entorno. ¿Cómo es posible que se pregunte cómo se siente y, para colmo, rememorar el día traumático del terremoto que todos vivimos?
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Si lo envían y no se queja, o le gusta provocar esa angustia y jugar con el dolor ajeno, permítame recordarle que usted no es periodista. Ese anticuado proceder de entrevistar para hacer llorar y sin escuchar respuestas no es de periodistas formados y mucho menos nos representa. Nunca la audiencia había sido tan seriamente golpeada con información tan caótica al permitir que invadan su privacidad. Mientras, el espacio del trabajo periodístico se ve negativamente impactado por seudoperiodistas que desinforman e irrespetuosamente tocan a los entrevistados. Permítanme recordarles a las personas que portan micrófonos y móviles que usted no puede ir más allá de lo que se le permita y que usted no tiene más derechos que el entrevistado. Los niños tienen derechos, por lo cual, cuando se recurra a entrevistar a un menor de edad, debe tener el consentimiento de los padres o tutor. Nunca se debe recurrir a entrevistar a un menor de edad en un ambiente asfixiante, provocándole un trauma mayor. Debemos ser humanos ante todo. En situaciones caóticas como las que están ocurriendo en la zona sur del país, las víctimas necesitan del periodista como medio responsable, para denunciar sus problemas y encontrar soluciones a corto y largo plazo. Es allí en medio de la incertidumbre donde se deben ejecutar las herramientas de periodismo: observar, investigar, corroborar, confrontar fuentes e indagar. Con ello queremos informar la dimensión humana y evitar la vulneración de personas, como los niños impactados emocionalmente.
Es una responsabilidad enorme la que tenemos: informar sin lesionar los derechos humanos, especialmente los de los niños. La humanidad del periodista se logra cuando puede informar honestamente, sin presiones y a conciencia. Todo ello lo logramos si ponemos en ejecución el oído y respetamos. La confiabilidad se logra cuando se evitan situaciones que comprometan la integridad como periodista. Resguarde su dignidad, pero, sobre todo, los derechos y la dignidad de sus entrevistados.