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Barcazas, temblores y triángulos

Lea la opinión del periodista Julio Rivera Saniel

Colapsan estructuras en Guayanilla tras temblor de Día de Reyes Dennis Jones

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Nunca como ahora, en medio de la emergencia por los terremotos en el sur, ha quedado tan clara la importancia del manejo de la información, que esta sea veraz y provista por fuentes confiables.

Aún hoy, a diario, resulta necesario aclarar datos incorrectos. Información colgada en redes sociales que lleva a la confusión y la angustia de los ciudadanos o, en más de un caso, incluso las contradicciones en las que incurren las fuentes oficiales. Todas deben ser combatidas por cuanto no abonan al ya inestable clima emocional que se vive en el país.

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Tome usted primero el caso de lo último que menciono y agarre como ejemplo el estado de nuestro sistema eléctrico. El colega David Begnaud reseñaba declaraciones del director ejecutivo de la Autoridad de Energía Eléctrica, José Ortiz, en las que aseguraba que la planta de Costa Sur tomaría un año antes de volver a operar. En esa misma pieza periodística, Begnaud entrevistaba al director de Costa Sur, quien aseguraba que ese trabajo realmente tomaría un mes. El lunes, la gobernadora Wanda Vázquez me aseguraba que no se le ha comunicado un estimado exacto para la restauración del servicio en Costa Sur y que tampoco aún ha visto “una evaluación rigurosa” sobre el estado de Costa Sur”. Lo mismo con los informes que apuntaban a que un puente de la carretera PR 30 había colapsado. La información fue provista por la oficina de prensa de la Policía para luego ser desmentida por el Departamento de Transportación y Obras Públicas. Se trata de fuentes oficiales y ninguna de las versiones de esas fuentes coincide.

A la confusión en la información oficial añada la promovida, inconsciente o intencionalmente, según sea el caso, por los ciudadanos en las redes sociales. Primero, la teoría de la barcaza y el fracking como causante de los terremotos. La información fue desmentida por todas las fuentes oficiales, científicos y expertos. Pero aun así, la “teoría conspiratoria” siguió con vida abonando a la tensión de los ciudadanos en todo el país.  Más tarde, llegó el “triángulo de la vida”, ese alegado modelo de supervivencia que dice que las personas deben colocarse a los lados y no debajo de mesas o escritorios para protegerse en medio de un terremoto. La información fue desmentida, pero hay quien  insiste en divulgarla. Pero la cosa no termina ahí. Luego llegaron las imágenes del alegado desprendimiento en la carretera 14 en Coamo. Sí, la carretera se desprendió, solo que en 2017, tras el paso de María. La divulgación en redes sociales de esas imágenes no fue otra cosa que un acto altamente irresponsable. Lo mismo que las del fotomontaje del alegado colapso de un hospital en Mayagüez, o las grietas en el puente Teodoro Moscoso. Igual de irresponsable que la información que advertía que no podían utilizarse los generadores o “plantas” eléctricas después de un terremoto, dato que también fue desmentido.

En definitiva, que en medio de la crisis hay quien no pierde tiempo para capitalizar sobre el caos. Para sacarse unas risas sobre los hombros de la desgracias ajenas. O, a fin de cuentas, quienes prefieren dar validez a rumores e informes cimentados en el supuesto, y alegadamente, en lugar de los datos. Aférrese a los últimos, que los primeros solo traen angustia y desesperanza. De eso ya tenemos suficiente.

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