El escenario político electoral cambió. La ficha responsable de hacerlo ha sido la gobernadora Wanda Vázquez, quien consiguió con su anuncio de candidatura sacudir el palo de la hasta ahora bastante predecible contienda electoral. No se equivoque. Lo anunciado por Vázquez puede tenerlo todo menos el elemento sorpresa. Ya las comparecencias públicas de la primera ejecutiva daban indicios de por dónde irían los tiros. También sus expresiones públicas.
Primero, por allá por septiembre, Vázquez me aseguraba en Radio Isla que eso de aspirar a ser electa como gobernadora era un rotundo “no”. Pero más tarde la cosa fue cambiando.
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En Decisión 2020, por Wapa, abrió por primera vez la puerta a una aspiración.
Más tarde, se paseaba entre “considerar” y “ponderar”, cosa que aderezaba con estratégicas comparecencias públicas, reuniones con alcaldes, visitas a encendidos navideños.
Y ya en la recta final de cara a su anuncio, tomó determinaciones, como retirar el nombramiento de José Sánchez Acosta como secretario de Asuntos Públicos (tras el rechazo contundente a esa figura desde todo el PNP), el restablecimiento de la licencia por vacaciones y enfermedad a los empleados públicos y la muy simpática amnistía para el pago de boletos de tránsito.
Hasta el lunes en la tarde, el saldo había sido de ganancias netas para Vázquez que, en las últimas horas, ha obligado al equipo de su ahora rival Pedro Pierluisi a seguir la pauta dictada por ella en la opinión pública. Pero ahora el juego realmente comienza.
Hasta el martes en la tarde, Vázquez había logrado alejarse con bastante efectividad del sello del partidismo y había mantenido una imagen libre de mayores controversias. Y sobre eso giró en su anuncio de candidatura, con un discurso que trató de trazar una raya entre ella y el “partidismo”. Entre ella y la militancia activa. Ese será el principal reto de Vázquez.
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Para ganar la gobernación, la primera ejecutiva deberá primero ganar una primaria al interior del PNP. Y para el “corazón del rollo”, el activismo partidista es un valor añadido. Vázquez, entonces, se encuentra en dos aguas. ¿Cómo alejarse del partidismo para ganar la elección general al tiempo que coquetea lo suficiente con la base de la Palma para prevalecer en primarias?
El segundo reto de la gobernadora será enfrentar la toma de decisiones conflictivas. Hasta ayer, Vázquez había tomado decisiones libres de controversia. Se le percibió como conciliadora y escuchó a los sectores en conflicto. Ahora, las decisiones que tome luego de esos encuentros conciliadores serán fundamentales.
¿Qué decidirá sobre el futuro de las pensiones? ¿Avalará el acuerdo con los acreedores de la AEE que, según expertos, esconde un aumento? ¿Qué posición asumirá sobre el controvertible proyecto de alianza público-privada para los puertos? ¿Cómo atenderá el tema del estatus, fundamental para los seguidores de la Palma?
Hasta ahora, Vázquez logró caminar con sutileza sobre cascarones de huevos. Ahora, inevitablemente, tendrá que pisar algunos callos.