Estén dispuestos o no a reconocerlo sus directivos, el DMO es —indudablemente— una entidad pública. Y para concluirlo basta un solo dato: los $25 millones en dinero de los contribuyentes que la entidad utiliza para sus gastos. Es por ello que la entidad tiene que dejarse de secreteos y juegos legales a la hora de responder cómo, cuánto y por qué gasta el dinero de todos.
Hasta ahora los directivos de la Corporación para la Promoción de Puerto Rico como Destino no parecen haber entendido en qué terreno se encuentran anclados sus cimientos. Sí. Todos los componentes de la industria turística reclamaron durante años la creación de una entidad ajena a la Compañía de Turismo para manejar la “marca” de la isla y su mercadeo en el extranjero. Esa entidad —el DMO— debía encargarse de garantizar la continuidad de nuestras campañas de promoción para pescar turistas. De esa forma se le pondría punto final a esas consideraciones sacadas del manual de la politiquería criolla que hacían inevitables los impulsos de los partidos de turno de sepultar la campaña promocional de su antecesor. Con el “tejemaneje” pasábamos de ser la que “Lo hacía mejor” a “Explorar más allá de la costa”, para más tarde convertirnos en “La isla estrella”. Una “esquizofrenia” publicitaria que no ha permitido que Puerto Rico, como marca, taladre como debe en la mente de los potenciales viajeros. Así que la Legislatura parió al DMO. Solo que la criatura ha salido cabecidura. Y el Estado se lo ha permitido.
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Si el DMO debe ser el encargado de la promoción de Puerto Rico como destino, ¿por qué la isla sigue siendo promocionada solo en su mercado natural, el este de los Estados Unidos? Si el país logra cada cuatrienio acuerdos para conexiones aéreas a destinos en Europa, Canadá y Latinoamérica, ¿por qué no se promociona a la isla en ninguno de esos destinos y, como consecuencia, los acuerdos de conexiones aéreas terminan rompiéndose porque los aviones salen llenos de vacacionistas locales, pero regresan vacíos de turistas nuevos?
El senador novoprogresista Carmelo Ríos arremetió el lunes contra la entidad porque, según dijo, no movió un dedo para atraer a la isla o, en su defecto, ayudar en la coordinación de la convención del Caucus Nacional de Legisladores Hispanos de los Estados Unidos. Discover Puerto Rico se defendió enviando un comunicado de prensa en el que se adjudica, como gestiones propias, cosas que ya la Compañía de Turismo adelantó como logros.
Por eso y por el historial de opacidad del DMO urge que la entidad sea transparente, pero de verdad. Hasta ahora solo ha accedido a serlo como consecuencia de un recurso legal incoado por el legislador Angel Matos. Y eso —acceder a regañadientes a hacer pública información pública— no es una buena carta de presentación.
Las dudas sobre la pertinencia de los gastos del DMO solo se acrecientan cuando se tiene acceso a documentos, como una factura a la que he tenido acceso, en la que se evidencia cómo el DMO se gastó $6,500 en una reunión de dos horas en la que participaron 17 personas el pasado 19 de noviembre. ¿Es ese un ejemplo de uso eficiente de dinero público en tiempos de crisis? ¿Cómo esa reunión ayudó a mercadear la isla como destino?
Ya es hora de contestar. Pero sin medias tintas. De lo contrario, los mismos que le aprueban el dinero que lo pongan en cintura.