Los salarios son uno de los factores de mayor importancia en la vida económica y social de los pueblos. Sin dinero no se puede vivir o sobrevivir.
En el caso de Puerto Rico, impactado seriamente por la crisis económica, el pillaje, la corrupción política y, para colmo de males, el huracán María, se ha hecho imposible lograr calidad de vida sin dos trabajos o recortando gastos. El revuelo causado por la expresión imprudente de un empresario que, de hecho, no gana $7.25 la hora, colocó a flor de piel las injusticias que por años han sufrido los trabajadores puertorriqueños. Hay que colocarse en la posición de los que cuentan centavo tras centavo para poder lograr comer, vestirse y pagar el alquiler de una casa. Todo el mundo sabe que es una lucha diaria y un logro llegar a fin de mes, pero privándose de comprar alimentos que a la salud le hacen bien. Depender de cada centavo del salario sin poder ahorrar no es una medida económica correcta, pues quedan al descubierto las urgencias y el posible ahorro para tener una vejez en calidad de vida.
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Entonces, si todo el mundo conoce que ello es así, ¿cómo es posible que se siga jugando con el salario del trabajador? Haga una matemática sencilla y comente si con $7.25 o $8.25 la hora le da para cubrir todos sus gastos y ahorrar. La contestación es que no, y ni hablar de los jóvenes universitarios, que apenas les sobra algo en la semana para comer. Muchos de ellos dependen de las propinas. Esta es una excelente coyuntura para discutir seriamente el costo de vida, el bajo salario y el aumento salarial de los jueces. No importa la posición, siempre existe la necesidad, y más en un país donde todo aumenta menos los salarios, pero no es prudente en estos momentos. Siempre he pensado que se debe pagar de acuerdo con lo que usted sabe hacer, y respetar el campo de oficio. No malinterprete; es decir, pagar por el valor de su capacidad, intelecto, profesionalismo, educación y experiencia. Nunca viene mal un dinerito extra.
Ahora bien, el pueblo no parece aceptar un aumento a la Rama Judicial en momentos cuando se le ha pedido austeridad, y por todos los sectores pulula la corrupción política. Es un asalto a la sensatez. Aquí siempre ha existido el “pido para mí y el resto que se fastidie”. No puede ser que sectores económicos importantes respalden el empobrecimiento de la sociedad, y otros, que se supone que defiendan al pueblo, busquen ser más ricos de lo que son. En estos momentos es que se necesita el trabajo de los periodistas especializados en economía para analizar la situación a partir de fuentes de información, comparación de datos fidedignos, necesidad del Gobierno, costo de vida y entrevistas profundas. A los Gobiernos les interesan los salarios que repercutan positivamente en la economía porque se necesita equilibrar la balanza. Sería más que lógico que el Gobierno escuche a los sindicatos que representan a trabajadores, quienes desean satisfacer mejor sus necesidades y viven en pobreza. Iniciando una época donde se gasta más, ¿cómo es posible que se considere justo $7.25 y $8.25 por hora? Los salarios altos también tienen importantes ventajas para la economía, pues aseguran una fuerte demanda de bienes y servicios. Ahora, cuando son demasiados altos, exceden la capacidad de producción, y el resultado es la inflación.
En términos sencillos, porque no soy periodista de economía, la gente piensa que la paga funciona mal, que solo algunos tienen la ventaja y que los seres pensantes en la Legislatura no están mirando lo pertinente, provocando la ira de sus votantes, quienes, no importa cuán mal lo hagan, siempre les dan su voto. Una economía en recesión, o que esté recuperándose lentamente de una recesión, rara vez es una buena noticia para quien vive de su salario. Al mismo tiempo, las políticas económicas en nuestro país nunca han dejado beneficios para los trabajadores. Las condiciones económicas actuales hacen las decisiones relativas a los salarios más difíciles que antes.