Creo que fue por allá por el 1999. Allí estaba, en camino a la que sería mi primera entrevista de trabajo como estudiante graduado de bachillerato en Comunicación Pública de la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras. Había conseguido una audiencia con Hiram Collazo, el director de noticias de la entonces Radio Reloj. “Había que prepararse”, me dije. Así que saliendo del campus prendí la radio en AM. En esa estación que mi padre escuchaba cuando nos llevaba camino al colegio. Ahora, si todo salía bien, podría integrarme a aquel equipo.
Era imperioso familiarizarme con aquellas voces.
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La radio encendió y me lanzó a aquella pareja. Se me antojaban jovencitos. Lo que estaba claro es que exhudaban jovialidad. Poco después pedían la pausa. “Nelly y Fernando, en Desde otro punto de vista”, soltaba aquella voz pregrabada. Entrevistaban a algún artista de moda. Al día siguiente, exactamente lo mismo. Y yo, que no los conocía, estaba seguro de conocerlos. Eran cercanos y cálidos. Tenían esa magia. Nada intuía yo que aquel espacio que me sirvió de introducción a WKAQ supondría una de mis primeras oportunidades frente a un micrófono.
Yo soy muy de olvidar, pero por alguna razón este recuerdo se mantiene muy fresco. Quizá porque arrastra la ilusión del comienzo. La esperanza de aquel tipo casi adolescente que intentaba abrirse camino en un mundo de veteranos.
Poco después de aquella estampa, me integraba a Radio Reloj y allí puse rostro a aquellas voces que me sirvieron de bienvenida. Nellie Rivera y Fernando Pérez González, un bonachón de sonrisa siempre dispuesta, de consejo fácil, de esos que se saben genuinos y se sueltan desde el corazón, como nacidos sin ego y desde un absoluto desprendimiento.
En Fernando descubrí a un profesional siempre dispuesto, comprometido, respetuoso de su público, listo para adaptarse a los cambios que esta industria traía bajo la manga. No fue casualidad que se mantuviera activo y vigente por más de 40 años. Su partida física nos ha sorprendido a todos. Se me antoja precipitada. Pero para todos aquellos quienes tuvimos el privilegio de cruzar nuestro camino con el tuyo, el recuerdo queda siempre atado a tu gran sonrisa. Ahí está. Lo hay. Claro que lo hay. Hasta siempre.