El video y el audio en el periodismo digital son las herramientas más poderosas para poder transmitir la realidad de un acontecimiento. Las imágenes se convierten en información cuando responsablemente el fotoperiodista y el periodista seleccionan cuidadosamente el encuadre fotográfico para contar la historia. No se trata de grabar por grabar, pues cada segundo debe cumplir con los objetivos de veracidad para poder educar, informar y, en los casos que se decida por tema, también se puede entretener. Nunca un video periodístico puede ir en contra de la dignidad humana y atentar contra el ambiente.
Las imágenes siempre han sido poderosas para el periodismo, pero, sin duda, las redes sociales y las plataformas digitales magnifican su valor. Un ejemplo de ello han sido las imágenes que hemos observado los pasados días durante el paso del huracán Dorian por las Bahamas y la posterior destrucción. Los comentarios de las personas eran de dolor y considero que todos sentimos impotencia al revivir la experiencia del huracán María. Automáticamente, queremos ayudarlos porque sabemos por lo que están pasando. Al observar las imágenes de la destrucción en Bahamas, coincidimos en que las emociones y el sufrimiento que vivimos por el huracán María están a flor de piel y que nunca sanarán. En el caso de las imágenes difundidas durante el paso del huracán Dorian, casi todas por las redes sociales, son de personas privadas que grabaron con sus teléfonos móviles convirtiéndose en periodistas ciudadanos. La desesperación que sentimos es aún mayor al escuchar su llamamiento e imploración.
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Cuando las imágenes hablan solas, la intervención de un periodista es innecesaria. Ante la furia de la naturaleza: ¿quién puede? Nadie.
La Amazonia arde y, con ella, todo un ecosistema que hoy, más que nunca, es necesario.
Las imágenes periodísticas difundidas son impresionantes, pues reflejan impotencia. Pienso en las especies en peligro de extinción y las tribus que residen allí. Ante esta furia mundial de destrucción, ¿qué puede hacer el periodismo? Informar, ser aliados de las víctimas y la misericordia, investigar el proceder gubernamental ante la respuesta de emergencia, vigilar que llegue la ayuda, ayudar a difundir la necesidad y la reconstrucción. No podemos minimizar la situación y mucho menos alegrarnos de que Dorian no impactó nuestra zona.
Ya los meteorólogos lo advirtieron: septiembre será sumamente activo. No es para que usted salga corriendo al supermercado a comprar todo el cargamento de agua, la información se ofrece para educar y revisar el plan de emergencia que se supone que usted tenga en su hogar. Si conocemos que el planeta está sufriendo por el calentamiento global, ¿cuándo escucharemos un plan articulado del Gobierno para unirnos a los países que respetan el ambiente? ¿Cuándo entenderemos que nuestras costas ya no son las mismas y que el mar está reclamando su lugar hurtado por las construcciones ilegales?
Si algo tienen las imágenes difundidas sobre las catástrofes, es que nos hacen detenernos y reflexionar sobre cuán vulnerables estamos todos ante la naturaleza. Honestamente, pienso que los periodistas podemos hacer más que reenviar imágenes por las plataformas. Necesitamos periodismo investigativo sobre temas ambientales. En una isla que ha sido aplastada por la naturaleza de las tormentas, que ha resurgido por la bravura de nuestra gente, que ha sacado a un gobernador, que protestamos al indignarnos, que no permite corrupción ni burlas, es necesario retomar la agenda social por la salud ambiental. Si algo hemos aprendido de los Gobiernos de turno, es que las promesas ambientales nunca las ponen en ejecución. ¿Cuántas veces los Gobiernos hablan de reciclaje y todo se queda en papeles? Tres años han transcurrido y ha empeorado el mundo en términos energéticos, contaminación, prácticas individualistas que contaminan el ambiente, politización de medidas que evitan fuentes limpias de energía y combustible, así como fiscalización del cumplimiento de las normas pesqueras y de agricultura. Aún esperamos por la ley de cambio climático, modificaciones al código de agua, pesca y ecosistemas, pero todo depende siempre de la voluntad política.