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Una renuncia sin clase

Lea la opinión del abogado Leo Aldridge

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Ricardo Rosselló se convirtió tarde anoche en el primer gobernador electo por los puertorriqueños que no completará su mandato de cuatro años. Su legado será la ignominia, definido por su chat de odio, de persecución y de burlas hacia el Pueblo que le dio su confianza.

Ni tan siquiera en la retirada Ricky tuvo la clase y decencia que su puesto requería. Citó al país a ver su mensaje para las 5:00 de la tarde. A las 11:30, finalmente, se transmitió su mensaje de renuncia, tranquilizando así a un ansioso país que había comenzado a dudar si realmente renunciaría o si intentaría – una vez más – aferrarse a su puesto.

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No se le puede desear mal a Ricky, pero tampoco se le puede tener pena.

Ricky no se marchó porque hizo una introspección real. No se marchó porque quiere lo mejor para Puerto Rico. Se marchó porque el Pueblo se lo exigió, día tras día, y, al quedarse solo, no le quedó más remedio.

El héroe de esta novela – esta novela de la que Ricky dijo que no hablaría más –  es el pueblo de Puerto Rico. Cuando Ricky decía que se quedaba en desafío al clamor del País, el Pueblo redoblaba sus manifestaciones. Cuando Ricky iba a una iglesia como parte de sus planes mediáticos de reivindicación, un escéptico pueblo ya estaba alertado de cómo funcionaba su mente y su entorno.

Todo el que vive en esta Isla tiene que estar orgulloso de lo que hemos vivido y hemos logrado en menos de dos semanas.

Durante este inolvidable verano de 2019 hemos experimentado un verdadero ejercicio democrático. Primero, una prensa vigilante e incisiva reveló el chat que se mofaba de los muertos del huracán María, amenazaba a la disidencia, perseguía a empleados públicos por no ser del partido, y minimizaba a los gays, las mujeres y los negros.

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En cuestión de horas, un País reclamaba su dignidad, su decencia, y dejaba meridianamente claro que el muchacho ni sus secuaces representaban a este Pueblo. La marcha más grande en nuestra historia se llevó a cabo el pasado lunes. Las manifestaciones diarias frente a Fortaleza mantuvieron una presión incesante que obligaron a Ricky a tomar la decisión anunciada ayer.

Asimismo, el sistema de pesos y contrapesos que establece nuestra Constitución – que la Legislatura vele al Ejecutivo – saltó de la fría página de la Constitución a la caliente arena política. La Cámara de Representantes, presidida por un Johnny Méndez que fue fiel a Ricky durante gran parte del cuatrienio, se autoconvocó para las 2:00 pm de hoy para iniciar el residenciamiento, mostrando que nuestro sistema – a pesar de todas sus fallas – aun tiene aspectos positivos cuando sus regentes tienen la gallardía de colocar los intereses del país por encima de los suyos o de su partido.

Nos tomó 11 días derrocar a este poderoso gobierno. Era, en un principio, una tarea ingente. Era una pelea desigual. El Pueblo con pancartas e indignación. El Gobierno con dinero y KOI. El Pueblo con sus artistas y deportistas, el Gobierno con sus amenazas y fotutos. Pero ganamos. La decencia de los muchos pudo más que las conspiraciones de los pocos.

Por supuesto, falta más. No sabemos cómo será la transición de poder. No sabemos cómo un regente no electo mantendrá el control de un pueblo desesperanzado cuya confianza fue burlada por su máximo líder. Pero tenemos que tomarnos un respiro para mirarnos a nosotros mismos, a nuestros amigos, a quienes no conocíamos antes de estos pasados 11 días, y felicitarnos por nuestra valentía, por nuestra gallardía, por nuestra decencia, y porque nos corre sangre por las venas.

Somos un pueblo – con mil diferencias, por supuesto – pero un pueblo que se indigna con quienes nos fallan. Se indigna con quienes usan el poder para atropellar. Se indigna con quienes se burlan del más vulnerable.

Somos un Pueblo gigante.

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