En Lajas, Ponce y San Germán, hay luto por la muerte de una mujer asesinada presuntamente por su exesposo. Quienes conocían a Lourdes Cuevas Natal la recuerdan por su esmerado trabajo que involucraba el trato amable y profesional a pacientes en conocidos laboratorios de la zona. Nuevamente, observamos cómo tienen que suceder casos trágicos para que se tomen medidas contra los victimarios. La investigación no ha concluido, pero al parecer el presunto autor de los hechos amenazaba constantemente a la mujer, a pesar de tener una orden de protección.
Aunque le asiste la presunción de inocencia al individuo, hay que investigar la falta de diligencia de las autoridades para atender situaciones que involucran violencia de género. Las amenazas entre parejas no se deben tratar como un incidente aislado y, mucho menos, dejar para mañana las medidas a diligenciar para garantizar protección a la víctima. Aquí hubo una valiente mujer que denunció a su exesposo, Javier Acevedo Rodríguez. El hombre contra quien pesaba una orden de protección continuó con su patrón amenazante. Tanto la Policía como la fiscalía debieron investigar si, en efecto, esa denuncia de acoso persistía. Es difícil entender que los que debieron actuar cerraron los ojos y se taparon los oídos. Deberían avergonzarse.
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Mientras, el Departamento de Justicia, ante la sospecha de ineficiencia administrativa, suspendió de empleo y sueldo al fiscal. Esta situación es alarmante porque, igual que Lourdes Cuevas Natal, puede haber decenas de mujeres que, cansadas de que administrativamente no se proceda contra sus acosadores, deciden no denunciar y minutos más tarde se convierten en parte de las nefastas estadísticas de violencia machista.
Los medios de comunicación no pueden cambiar la mirada ni taparse los oídos en estos casos. Informar la falta de diligencia es parte del proceso de concienciación sobre la violencia de género. Desde la profesión periodística transmitimos, en ocasiones, estereotipos y lenguaje sexista que contribuyen a la desigualdad. En periodismo se puede educar a la sociedad sobre la crisis social y cómo se debe actuar ante la violencia en las relaciones de parejas. Reiterando que ello no se trata solo de mujeres y que en periodismo no podemos calificar el caso violento como un simple suceso. Los periodistas tenemos que promover la responsabilidad social y estos temas, muy tristes en cobertura, promueven retomar la educación y la concienciación de los valores y el respeto entre las parejas.
Para cumplir cabalmente con nuestro deber de informar con responsabilidad social es indispensable repasar las herramientas útiles en este tipo de cobertura. Donde más se cometen errores que promueven la desigualdad es en la utilización del lenguaje adecuado. Los errores que se publican, en ocasiones, se deben a la falta de supervisión en la rutina extenuante de las redacciones periodísticas. Entonces, de repente, leemos textos donde se revictimiza, no se utiliza la perspectiva de género, se discrimina o se procede a culpar sin tener prueba de ello. Por la sensibilidad del tema es imprescindible contrastar datos con entrevistas responsables. Además, el momento es adecuado para utilizar voces expertas que otorguen credibilidad, educación, respeto por la víctima y concienciación. Es un reto para cambiar la manera en que se informa, teniendo como objetivo la educación y la responsabilidad social. Cada periodista debe preocuparse por aprender sobre perspectiva de género en la información, de manera que el texto incluya lenguaje inclusivo. Siempre podemos mejorar, por lo que es importante reflexionar sobre el contenido informativo. Valorar por qué lo redactamos de esa manera y si tiene un fin de responsabilidad social. Las piezas o historias informativas de temas de violencia de género, al principio, están como hinchadas. Luego, las depuramos con las contrastaciones de datos. Me refiero a exageraciones, falta de datos precisos, testimonios de la calle que no aportan a la estructura informativa.
Como periodistas plantearnos cada dato y declaración emitida es fundamental para lograr el rigor en la publicación de la nota periodística.