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Solidaridad en periodismo

Pedimos solidaridad y son pocos, de los llamados amigos o compañeros, que dicen yo. Y cuando se decide publicar la mala racha en las redes sociales.

La falta de solidaridad en momentos críticos es un mal común en la sociedad.

Pedimos solidaridad y son pocos, de los llamados amigos o compañeros, que dicen yo. Y cuando se decide publicar la mala racha en las redes sociales, entonces es que aparecen decenas de personas mostrando simpatía y proclamando ser la solidaridad en persona, pero de allí a mover un dedo hay un largo trecho.

Lo cierto es que en periodismo deberíamos ser más solidarios. Los años en el periodismo te ponen el cuero duro y los insultos son parte de los gajes del oficio, por lo cual no me sorprende lo ocurrido en la conferencia de prensa del presidente del Senado en el Capitolio.

Sin embargo, sí me deja pasmada la falta de solidaridad, porque ello implica respeto a la profesión. El que no sienta indignación por lo sucedido está apoyando el espectáculo de la noticia.

Es importante destacar la posición asumida por la periodista implicada, Valeria Collazo, quien destacó que ella no es la noticia. La distinción es importante debido a que, en muchas ocasiones, he visto como periodistas utilizan el momento del enfrentamiento para colocarse como protagonistas de la historia.

Me viene a la mente el caso del periodista Jorge Ramos en la conferencia de prensa de Donald Trump. En todas las profesiones nos encontramos con seres que tienen excesiva valoración de sí mismos. Con ello hay que tener paciencia. A Ramos le favoreció el encuentro con Trump, pues le subió el índice de audiencia y lo convirtió en protagonista. Incluso, algunos lo compararon erróneamente con el periodista de mayor credibilidad que ha tenido América: Walter Cronkite, fallecido en 2009.

En la escuela de periodismo y comunicación masiva que lleva su nombre, Walter Cronkite School of Journalism, se enseña a escuchar y respetar al entrevistado, a realizar preguntas inteligentes, respeto a las fuentes de información,  analizar con profundidad, contrastar datos y entender que el periodista no es la noticia.

Collazo hizo preguntas pertinentes y el entrevistado tiene todo el derecho de contestar o no hacerlo. Debo decir que esos exabruptos de entrevistados pueden ocurrir en cualquier momento por sentirse perturbados, nerviosos o acorralados. Lo que sí no debe permitirse es la falta de respeto. Cuántas veces tuve encontronazos y le recordé al entrevistado lo que es el respeto. En una ocasión, hasta un gobernante me llamó para disculparse por su grosería. Ojo que no tenía que hacerlo. Nunca publiqué su exabrupto y su mal humor continuo. Mis respetos a Collazo, naciente periodista que colocó esa raya, aunque pocos la siguieron.

Cuando la veterana periodista Daisy Sánchez por poco va a la cárcel por defender las fuentes de información de la profesión, masivamente todos los compañeros estuvieron con ella. Hoy día su libro sobre lo sucedido antes, durante y después de la entrevista a Filiberto Ojeda es referencia sobre el uso de fuentes de información.

Trabajar en periodismo no es fácil y mucho menos cuando los tiempos y las personas han cambiado. El manejo de los valores del periodismo siguen siendo los mismos, pero la ejecución es distinta luego de la llegada de las redes sociales. Yo apuesto siempre al respeto hacia el entrevistado, e igualmente exijo, del entrevistado, respeto. No hay por qué gritar, colocarse como protagonista ni mucho menos utilizar el momento para fomentar el espectáculo.

En el Senado, hay profesionales que manejan prensa y lo hacen muy bien. De seguro están de acuerdo conmigo. Ellos y ellas saben que los encontronazos siempre surgen y seguirán ocurriendo, pero su manejo adecuado es lo que hace la diferencia. Tanto que se habla de contenido y cuando suceden esos momentos, se queda en la mente de las personas el desagravio y no el contenido. La conferencia de prensa es para divulgar información y hacer preguntas, pero en esa cobertura, apenas hay contestaciones claras, por lo cual el entuerto con los fantasmas aún continúa por los pasillos del palacete de mármol. Solidaridad no significa aceptar como natural lo que pasó, implica respeto en la labor honesta, en el cumplimiento de la tarea de informar, en denunciar y defender los principios del periodismo.

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