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Monsanto: muchas preguntas, pocas respuestas

Lee la opinión del periodista Julio Rivera Saniel sobre la controversia alrededor de uno de los productos de la empresa

Monsanto Roundup AP (Jeff Roberson/AP)

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Monsanto y su producto Round Up están malheridos. Sí. Ya sé que “Monsanto ya no existe”. Legalmente, lo correcto sería hablar de Bayer, el conglomerado que compró las operaciones de la primera. Pero en el mundo real, el sentido común no se limita a las restricciones que imponen las leyes. Monsanto no existirá legalmente, pero sí lo hace debajo de un nuevo hogar: Bayer. Precisamente, bajo él opera en Puerto Rico. Es por su pertinencia local —entre otras cosas— que resulta preciso discutir el alcance de los tres golpes que la compañía ha recibido por sus alegados vínculos con el cáncer.

El eje de la discordia es el Round Up, un hierbicida inicialmente propiedad intelectual de Monsanto. El contacto con el Round Up y su componente activo, el glifosato, han provocado —según tres jurados distintos_ el desarrollo de linfoma No Hodking a cuatro pacientes. El primero fue el caso de Dewayne Johnson,un hombre de 47 años que desarrolló cáncer terminal, según su representación legal, producto de su exposición de años al Round Up que usaba en su trabajo. El segundo caso fue presentado por Edwin Hardeman, quien también desarrolló el mismo tipo de linfoma. Y el tercero y más reciente de los casos fue el del matrimonio compuesto por Alva y Alberta Pilliod. Ambos desarrollaron el mismo tipo de linfoma y ambos lo atribuyen a su contacto de años con el herbicida. Los jurados en cada uno de los casos evaluaron información de las partes y adjudicaron que el cáncer del que padecen está vinculado al glifosato contenido en Round Up. Pero Bayer ha puesto en duda las determinaciones. Descalifica lo establecido por los jurados por no tratarse de “científicos” y han anunciado la apelación de los casos. Sin embargo, la posición de Bayer —anclada en el argumento de que “FDA dice que no causa cáncer”, levanta múltiples preguntas.

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Monsanto tiene un historial de defender productos que luego prueban ser dañinos a la salud. En el pasado, defendieron a sus “hijos” la sacarina y el agente naranja porque “eran aprobados por la FDA”. Sin embargo, el tiempo ha dejado clara la realidad sobre ambos productos. ¿Cómo garantizar que en esta ocasión la “bendición” de la FDA no anticipa un desenlace como el de los productos anteriores?

Por otra parte, ¿es casualidad que todos los demandantes que han ganado sus casos han estado en contacto con el glifosato y han desarrollado el mismo tipo de cáncer?

De los documentos de los casos adjudicados en corte, se desprende que la defensa de Monsanto pidió en innumerables ocasiones suprimir evidencia presentada en corte. Datos como los de un estudio que confirmaría el traspaso del glifosato de la madre a los bebés a través de la leche materna. También correos internos en donde directivos instruían la eliminación de datos sobre el glifosato en sus presentaciones o su actuación como “ghost writer” de estudios de científicos que luego habrían sido publicados por terceros y en los que se descartaba el posible efecto nocivo a la salud del glifosato. Si ello ocurrió, tal y como dicen los medios que cubrieron los casos judiciales, ¿por qué habría que suprimir información? ¿Existía algo que ocultar? Al preguntarles a los portavoces locales sobre estos reclamos, aseguraron que no habían tenido acceso a los documentos de los casos en corte y que los litigios están en proceso de impugnación. Bajo ninguna definición, los “no sé” o “no he visto” o los “está en los tribunales” son equivalentes a un “eso es falso”.

Si el uso de glifosato no está vinculado al cáncer, entonces ¿por qué la Organización Mundial de la Salud ha incluido ese producto en su lista de sustancias “potencialmente carcinógenas”?

Mientras la apelación de los casos que harían que Bayer pague más de $2 mil millones en compensaciones, persisten inevitablemente las dudas sobre el uso del glifosato y prevalecen en el imaginario mundial las determinaciones de los jurados que han atendido los casos, así como la noción de que más de 13 mil casos legales hacen fila por ser dilucidados en las cortes, el más cercano de ellos el próximo agosto.

Demandantes, tres. Bayer, cero. Muchas preguntas. Pocas respuestas. Muy pocas.

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