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El gobernador penitente

Lee la columna de Armando Valdés

Ahora sí que se pusieron los huevos a peseta. La maquinaria propagandística de La Fortaleza quiere convencernos de que al reconocer, en su mensaje del miércoles, escasamente dos o tres de los errores más inocentes de su administración, el gobernador nos muestra su humildad y, como ningún otro mandatario en la historia, su falibilidad humana. Quienes no reconozcan este bondadoso y genuino gesto, son cretinos y patanes. Sin embargo, todo esto no es otra cosa que un embeleco publicitario, diseñado para tapar le ineptitud y la corrupción de la mayor parte de los funcionarios de este Gobierno. 

Esta estrategia la hemos visto antes. Es todo parte de un intento por crear y mantener en torno a Ricardo Rosselló un culto de personalidad. Todo comienza con algún gesto del gobernador. Los tuits diarios en los que nos dice “Buenos días”, sirven para marcar la hora en la que el gobernador se despierta, como diría el secretario de Asuntos Públicos, Anthony Maceira, a eso de las dos de la madrugada. La coreografía de saludos en el hemiciclo del Capitolio en su mensaje de Estado, metiéndose hasta el fondo para saludar a cuanto legislador de minoría cruce su camino, muestra cuán abierto es a la diversidad de visiones políticas. 

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El gesto es seguido por el coro de analistas, comentaristas, legisladores y fotutos que nos enmarcan la acción del gobernador y nos venden sus virtudes. Ahí es que comienza el ataque contra quien critique al gobernador, o incluso contra quien no lo celebre.

Pero no nos confundamos. Nada de esto es espontáneo; todo esta fríamente calculado. Vean los videos de los mensajes anteriores ante los cuerpos legislativos. Siempre hace lo mismo. Los saludos a todos los legisladores de minoría los viene ofreciendo desde su primer mensaje. Y a pesar de que haya periodistas que año tras año reseñen sorprendidos ese espectáculo, no es menos cierto que el gobernador y su administración se rehúsan a colaborar en temas de sustancia con las minorías. Ese es el caso, por ejemplo, con la orden judicial obtenida por el senador Eduardo Bhatia para que se haga pública toda la información referente al presupuesto del país. 

De igual forma, sus mea culpa no son nada nuevo. En su mensaje de Estado el año pasado dijo:  “De eso se trata el camino hacia la recuperación. Reconocer y rectificar los errores. De esa forma corregiremos lo que se hizo mal, remontamos sobre lo que se hizo bien, y nos preparamos mejor para una nueva temporada de huracanes, que está próxima a dar inicio en apenas tres meses.” Este año, más de lo mismo. 

Este artífice propagandístico le permite a la administración escudarse detrás de la humildad fingida del gobernador cada vez que sale algún escándalo. Quien lo cuestione no entiende que el gobernador es un mero humano y no le reconoce la histórica hazaña de hacerse responsable por sus fallas. 

Claro está, de nada le sirve a Puerto Rico tener un gobernador penitente si no hace el propósito de enmienda.  Queremos que aprenda de sus errores, que evite la corrupción, el pillaje y la incompetencia; no que en el 2020 vuelva a confesarse ante el pueblo.

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