El miércoles, en su ya típico discurso, el presidente Trump dijo a la prensa que la investigación de una posible colaboración entre su campaña y Rusia fue una “investigación ilegal”, “traición” y un “intento de golpe”. Expresó su satisfacción por el hecho de que el secretario de Justicia, William Barr, estaba “investigando los orígenes de donde comenzó exactamente todo esto. Porque se trataba de una cacería de brujas ilegal y todos lo sabían”.
Trump pudo proyectar a Barr como su aliado haciendo referencia a una “caza de brujas” porque el martes, el secretario de Justicia le dijo a un subcomité de la Cámara que estaba analizando en detalle el proceder del fiscal especial en cuanto a la investigación sobre Rusia. Esto, a pesar de que, tal y como Barr reconoció, Michael Horowitz, el respetado inspector general del Departamento de Justicia, ya ha estado realizando una investigación sobre la pesquisa, con un enfoque particular en si había irregularidades en la forma en que el FBI obtuvo una orden para establecer vigilancia sobre Carter Page, un exasesor de campaña de Trump con conexiones a Rusia.
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La decisión de Barr de llevar a cabo su propia investigación sobre los orígenes de la pesquisa de Rusia es, en el mejor de los casos, prematura. En el peor de los casos, es partidista y poco profesional, y es una movida obvia para ganar favores con presidente que lo nombró a él y con los republicanos del Congreso que han trabajado incansablemente para desacreditar la investigación de Rusia.
Barr se hizo eco nuevamente de las teorías de conspiración del presidente el pasado miércoles cuando le dijo al Comité de Apropiaciones del Senado que “el espionaje ocurrió” durante la investigación del FBI de las personas relacionadas con la campaña de Trump. Trump, en reiteradas ocasiones, ha dicho que su campaña fue espiada por razones políticas, al punto de utilizar su cuenta de twitter para decir: “SPYGATE – ¡una cosa terrible!”
Para ser justos, Barr en sus expresiones ante el Senado agregó: “No estoy diciendo que haya ocurrido una vigilancia inadecuada. Estoy diciendo que estoy preocupado por eso, y lo estoy investigando. Eso es todo”. Sin embargo, Barr es lo suficientemente inteligente como para darse cuenta de que su referencia a “espiar” se interpretaría como un respaldo a las teorías de conspiración de Trump sobre una cacería de brujas partidista.
El secretario de Justicia ya enfrenta escepticismo sobre su independencia debido a la manera en que manejó la “publicación” del informe del fiscal especial Robert S. Mueller III. Barr publicó solo un resumen de cuatro páginas de las “conclusiones principales” de Mueller y, aunque dice que más de las 400 páginas se harán públicas en los próximos días, se ha resistido a las exigencias de que le entregue al Congreso y al público una versión no redactada. Con esta decisión de investigar los orígenes de la pesquisa de Rusia y el uso del termino espiar, continúa disminuyendo la credibilidad que se le puede dar a sus gestiones y, en cierta manera, deshonrando el cargo que ocupa.
Cuando múltiples medios importantes de los Estados Unidos, e inclusive miembros de la minoría demócrata, dieron su respaldó la confirmación de Barr en febrero, se hablaba que se trataba de un acto de fe en darle la oportunidad a una persona que se consideraba que estaría a la altura del cargo de secretario de Justicia. Si Barr quiere mantener dicho prestigio, definitivamente debe ser mucho más cuidadoso tanto con sus palabras como con sus acciones.