Uno de los retos del periodismo actual es rescatar la memoria. Es un gran desafío que parecería no tener cabida en los medios de comunicación en momentos cuando la inmediatez, los textos cortos y los videos cuentan la noticia, pero no la historia. Los antecedentes periodísticos son datos fundamentales en el escrito y en la realidad videográfica. No incluir lo que nos llevó a nuestra realidad es contribuir a la ignorancia colectiva. El periodista, hoy día, va al lugar de los hechos y observa, hace preguntas e informa. Pero ¿tiene tiempo o espacio para publicar la historia de la noticia? La verdad es que no y solo acoge esa parte esencial de la noticia cuando se hacen reportajes investigativos.
Las redes sociales casi colapsan en Puerto Rico el día de los inocentes entre las bromas y las renuncias. La doble renuncia en el gabinete del gobernador Ricardo Rosselló alegró a unos, pero a otros, no tanto. El hecho de que el gobernante perdiera la titularidad de dos importantes jefes de agencia no es motivo de alegría, independientemente de quiénes sean, porque las agencias se quedan acéfalas, así como los proyectos encaminados. Es volver a empezar el camino ya caminado. Luego, esta semana, noticias decepcionantes que cuestionan la honradez de funcionarios que se supone que sean ejemplo. En nuestro país hay muchas personas que, de seguro, harían una excelente labor como jefes de agencia, pero el problema es que el puesto está atado a la política. La burocracia gubernamental consume el puesto y las ganas. Las peleas chiquitas también afectan el intelecto y los deseos genuinos de muchos servidores públicos. Ante la oferta del gobernante, prefieren decir: “Gracias, pero no, gracias”. Y ello se debe precisamente a la memora histórica de los pueblos.
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Tan pronto salieron a relucir sospechas de mal manejo de fondos en Educación pensé: ¿acaso estaremos nuevamente ante un modus operandi tipo Víctor Fajardo? Pocos medios de comunicación han hecho referencia a ese dato tan nefasto de la historia de la jefatura de la educación en Puerto Rico y el robo a nuestros niños. La inmediatez de la cobertura del acontecimiento que trasciende ocupa el cien por ciento de la noticia. No hay espacio ni tiempo para dos oraciones de antecedentes que nos llevaron a la desgracia. Lo mismo ocurre con el despilfarro presupuestario. Las audiencias tienen que conocer quién, qué, cómo, por qué y para qué gastaron el dinero del pueblo. Recordar los hechos nos lleva a la realidad actual. El periodismo es actualidad y verdad, pero, en ocasiones es indispensable convertirse en archivo y memoria histórica.
El problema de no incluir antecedentes es que convierte la noticia en fragmentos superficiales. La indiferencia no tiene cabida en el buen periodismo y solo propicia el olvido. Una reflexión a fondo de los hechos que constituyen noticia le añade valor a la noticia. ¿Cómo se va a propiciar la opinión pública si el pueblo no cuenta con todos los elementos de juicio para emitirla? Afortunadamente, el periodismo digital ha abierto espacios para la reconstrucción de hechos noticiosos. El problema es que las audiencias no son iguales; por lo tanto, siempre van a existir huecos de información, y ello es un mal que perjudica el buen periodismo. La inmediatez de la noticia me produce excitación, pero también vértigo porque cada día se hace más difícil entregar información detallada en el menor tiempo y espacio posible. Se hacen maniobras para lograr calidad y costumbre.
¿Saben por qué la plataforma Netflix ha tenido tanto éxito? La variedad de su contenido cinéfilo salpica todos los gustos y rescata memoria colectiva con documentales y culebrones que el público respalda. A los que nos gusta aprender de la memoria, observamos Netflix con el Google abierto para buscar acontecimientos históricos y contrastar datos con la realidad. ¿No han hecho el ejercicio? Los invito a reconsiderarlo, pues la historia propicia la reflexión y la búsqueda de la verdad. Los periodistas no estamos para convertirnos en esclavos de la actualidad.