Todos los días escuchamos un refrán nuevo sobre la importancia de los detalles y quién está en los detalles. Sin embargo, más allá de los refranes, su importancia es cómo estos pueden arruinar nuestra credibilidad, cómo nos perciben y hasta actos bien intencionados.
La prisa y el sobrecompromiso, física, emocional y económico, empujan a que ese ojo de águila a los detalles quede en el olvido. Para poder ser consciente de los detalles, hay que observar, escuchar, leer y analizar. Para muchos, estas cuatro cosas suenan como un lujo imposible de cumplir. Sin embargo, son acciones que brindan resultados positivos instantáneamente.
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¿Alguna vez has recibido un correo electrónico en el que escriben tu nombre de forma incorrecta, sin embargo, en ese mismo correo hay interacciones previas donde has escrito tu nombre y aparece identificado en tu dirección de correo? Hace unos días, recibí un correo de una persona agradeciéndome por un asunto. ¿Cómo es posible que me haya escrito Martha si intercambiamos tarjetas e incluso estaba respondiendo a mi correo en el que aparece mi nombre en tres ocasiones?
¿Has llevado a cabo una reunión o actividad donde algún invitado se sienta en tu espacio sin previamente preguntar dónde sentarse o si hay asientos asignados? Siempre recuerdo a una colega que, con premeditación y alevosía, permitía que esto ocurriera, para luego, amablemente, decirle a la persona que necesitaba seleccionar otro asiento.
¿Te ha pasado que le comunicas a una persona con lujo de detalles tu disponibilidad para una reunión y recibes una comunicación confirmándote la fecha para una opción que nunca le brindaste o, incluso, le adelantaste que no estarías disponible? ¿Cómo es eso posible? ¿Será que la gente no lee, no escucha, no se concentra?
Y claro, el detalle de la puntualidad no puede quedar silente. Si nos citan para un tiempo de 30 minutos, ¿cómo es posible que lleguemos 15 minutos tarde y tengamos la osadía de escribir, a la hora que comienza la reunión, que vamos de camino?
En fin, todos somos víctimas del manejo inadecuado de los detalles. Y claro, para nosotros es fabuloso, pues brinda claridad a los efectos de cuán responsable, meticulosa, organizada y comprometida es la persona con quien interactuamos. Sin embargo, ¿será posible que las personas que no observan, escuchan y practican los detalles sean conscientes cómo les afecta profesionalmente y socialmente, limitando oportunidades?