Estas son las tres figuras que han protagonizado el escándalo del momento en el Gobierno de Puerto Rico. Sabemos que son tres viejos amigos, con prestigio entre sus colegas, que se pelearon y nadie intervino a tiempo para hacer la paz. Ahora tenemos ante nosotros una agencia acéfala que tiene que lidiar con la crisis fiscal, un gabinete constitucional con un nuevo supervisor inmediato y un inesperado proceso de confirmación en la Legislatura que incide sobre el importante proceso para la aprobación del próximo presupuesto gubernamental. La pelea, no detenida a tiempo, entre Teresita, Juan Carlos y Raúl se salió de proporciones.
No hay duda de que el traslado de Raúl Maldonado del Departamento de Hacienda a la Secretaría de la Gobernación fue un movimiento, para muchos, inexplicable, pues se trataba de un funcionario que tenía un aparente éxito en su gestión y que gozaba de una buena estima pública. A Maldonado se le mandó a los leones cuando se le pidió sustituir a William Villafañe, quien renunció en medio del escándalo de Whatsapp. La posición de secretario de la Gobernación es un puesto que requiere temple, carácter y un juego de pie extraordinario para bregar con lo gubernamental y hacer al mismo tiempo el cálculo político de las decisiones que se toman. El ocupante de ese cargo es el jefe del Gabinete constitucional y tiene que batallar con aquellos que quieren verlo caer ante las decisiones que toma. Maldonado perdió esa batalla sin cuartel, que es típica en ese frente de guerra y ha tenido que salir antes del tiempo promedio que dura un funcionario en ese cargo.
PUBLICIDAD
Como ha ocurrido en otros escándalos recientes, esto no parece terminar con las renuncias recientes y estos movimientos de personal. La botada de Juan Carlos Puig como subsecretario de Hacienda y el referido que le hizo Maldonado ante la Oficina de Ética Gubernamental promete una saga en los próximos meses. Las consecuencias podrían verse en los tribunales y, sin duda, en la Legislatura. Y es que Maldonado ahora se tiene que enfrentar al proceso de confirmación en el Senado donde su presidente parece esperar con ansias subir ese telón. Aunque, a Thomas Rivera Schatz se le atribuye tener buenas relaciones tanto con Maldonado como con Puig y su bando. Quizás por ello dijo ayer que no citaría a Teresita Fuentes a las vistas de confirmación.
Este terremoto en La Fortaleza ocurre en un mal momento. Me refiero a que el Gobierno comenzará pronto a negociar con la Junta de Control Fiscal un presupuesto para el próximo año fiscal, que incluye el período electoral. Tener ante la Junta y la Legislatura un equipo de asesores en los temas fiscales y económicos debilitado les imposibilitará conseguir con lo que desean para poder cumplir con los últimos compromisos hechos y presentarse como opción viable para el próximo cuatrienio.