Latitud perfecta

Nepal: Un país de contrastes

Conoce las maravillas de este país asiático junto a Latitud Perfecta

Latitud Perfecta

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Si bien es cierto que el hogar es donde el corazón es feliz, Nepal fue esa aventura que mi alma llamaba y desconocía. La curiosidad y ese espíritu nuevo de recorrer, descubrir, conocer, detenerse y contemplar, en fin de vivir, me llevó a uno de los rincones que hasta ahora guarda un espacio en mi corazón muy especial.

Un vuelo procedente de Qatar fue el responsable de aterrizar mis anhelos en Katmandú, capital de Nepal y del mundo. Te cuento que este viaje estaba destinado para mí, los dioses viajeros estaban a mi favor. El vuelo de Qatar a Katmandú fue con Qatar Airways en Business Class, ya con esto me daba el entusiasmo, las energías y la ilusión de un niño a ir a ver mundo.

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Al aterrizar y abrir la puerta del avión, mis pulmones se llenaron de alegría al poder vivir y sentir lo que siempre vi en los libros de National Geographic y las historias que veía de pequeño. Esto me encomendó a descubrir por mis propios pasos la realidad de esta capital.

Cabe mencionar que como todo viaje, muchas personas que ya habían ido intentaron mostrarme sus inconvenientes, experiencias e inseguridades. No obstante, como buen aventurero, los escuché pero no dejé que eso entrara en mi cuerpo ni en mi mente.

Rápido caí en cuenta que Nepal es un país de contrastes y donde puedes tener caos pero de repente en la esquina puedes encontrar paz y tranquilidad.  Con las bocinas, el tráfico, el polvo y la contaminación, mi cuerpo estaba totalmente sumergido con el alrededor, mis sentidos como un niño estaban descubriendo cosas nuevas y ese feelinges súper excitante.

Me percaté que para evitar enfermarme o cualquier complicación de salud, tres precauciones fueron claves y esto es un consejo para cualquier país que vayas en el que haya este problema de infraestructura, contaminación, entre otros.

1- Botella de agua con filtro, esto es el indispensable número uno. Lo debes de utilizar en todo momento, si no créeme que te vas a enfermar. La calidad del agua no es la mejor e inclusive hasta en mi hotel (4 estrellas) el agua salía un poco amarilla, el cual si no te fijas detenidamente para lavarte la boca puede ser perjudicial para tu cuerpo que no está acostumbrado a esto.

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2- Tu cuerpo es una máquina perfecta que te brindó un filtro natural que funciona sin problemas y es la nariz. Debes de respirar siempre por la nariz, no por la boca. Deja que tu nariz haga el proceso correcto de filtración del aire. Si respiras por la boca te entrará todo el polvo y la contaminación y estarás enfermo desde el día uno.

3- Vitaminas, esto fue un plus para mantener mi cuerpo en las mejores condiciones. Si viste todo mi viaje por Instagram y  en los lives sabes que me adentré a cualquier callejón y situación.

Gracias a esto mi viaje fue uno para la historia, no te lo puedo negar. Creo que todos vivieron esto conmigo también.

Caminar en Katmandú se convirtió en mi deporte favorito y mi sonrisa en mi cualidad para poder tener grandes conversaciones sin tener que hablar el mismo idioma. Nepal, me abrió sus brazos como si fuese un hijo más de esta tierra. No hay palabras que pueda plasmar aquí que describan mis sentimientos.

Las incalculables veces que no pagué entrada en templos, museos entre otros, solo por que la gente no me confundía si no que me identificaban como uno de ellos era algo de locos. Me abrazaban, me pasaban, me brindaban espacio para sentarme. Te digo, me sentía en casa como si hubiese estado aquí en otra vida, como un hijo cuando vuelve a su patria querida.

Esto jugó un rol clave en mi travesía pues podía experimentar cosas que jamás pensé como sentarme en una plaza y tomar té de chai con los locales mientras salían los primeros rayos de sol… mientras sus vidas continuaban, mientras la vida corría.

Dicho esto, la seguridad nunca fue un problema ni una preocupación, no tan solo por la ventaja que ya tenía si no incluso a otros viajeros y créeme, este ha sido el país donde he visto más mujeres que viajaban sola y eso más me llenaba de orgullo. Viajeras y aventureras.

Me convertí en un nómada, caminaba de día y de noche, mi reloj no paraba pues estaba impulsado por los latidos de mi corazón. El clima jugó a mi favor a pesar de la contaminación y el polvo en el aire que era la orden del día, el sol guió mi camino para que cada uno de mis pasos fueran mejor que ayer.

Un sol rojo, brillante y enorme hacía de mis amaneceres como si estuviese en Marte gracias a los colores de la ciudad y a la bruma. Mientras que en los atardeceres me sentía como si estuviese en mi isla Puerto Rico. Jamás pensé que en una ciudad en donde la bruma, la densidad del polvo y la contaminación me permitiría ver esos colores que el planeta nos regala a diario.

Caminar y caminar me hizo sumergirme más en su cultura, diversidad de religiones y modo de vida. Poder ver enormes y bellas stupas, caminar por los monasterios, jugar con los niños, tener la oportunidad que los monjes me hablaran y que quisieran ver mis fotografías, fue súper especial. Esto tenía a mi mente y corazón a millón por segundo.

Caminar en un monasterio tibetano a las afueras de Katmandú ha sido uno de los lugares en donde mi alma ha recibido una paz inmensa. Es algo que todos deberíamos experimentar y más si tienen vistas a las faldas de los Himalayas.

Y aunque su gastronomía no dejó un sabor inmenso en mi boca, levantarme todos los días a tomar té de chai y yogurt de leche de búfalo era mi pasatiempo favorito.

Las sonrisas que me brindaron, las conversaciones con señas, las vistas y los caminos que recorrí, me dejaron saber que volver a Nepal es una respuesta necesaria. También me dio esa palmada en la espalda indicando que voy por buen camino y eso es gratificante.

Viajar para hacer más preguntas, descubrir nuevos caminos y estar en armonía con el planeta, es lo que hace que nuestros viajes tengan sentido, ilusión y afecto. Sin duda Nepal fue uno que llenó todo esto.

En el próximo post te mostraremos lugares que no puedes perderte en tu visita a Katmandú. Esta capital fue algo que no pedí pero estaba destinado a vivir.

¿Qué tal ha sido tu experiencia en Katmandú?

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