Todos tenemos la capacidad de sembrar y, por ende, cosechar lo mejor a nuestro alrededor. Solo requerimos unas destrezas —fáciles de aprender y practicar— para ser exitosos social y profesionalmente. La manera más práctica de comenzar es haciendo un autoanálisis de cuáles practicamos actualmente y cuáles podemos integrar en nuestro día a día.
1. Inspirar y motivar a otros
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¿Cuánto tiempo inviertes en lograr lo mejor de los demás? ¿Les reconoces a los demás sus fortalezas y el impacto que crean en la vida de los otros: clientes, familiares, amigos? ¿Les brindas retroalimentación constructiva o solo te enfocas en lo negativo?
2. Demostrar honestidad
Cuanta más transparencia demostramos en nuestras relaciones, mayor impacto positivo logramos. ¿Eres un espejo, que dice las cosas como son, de manera constructiva? ¿O eres una almohada que solo dice a los demás lo que quieren escuchar, induciéndolos indirectamente al error?
3. ¿Resuelves problemas?
¿O eres de las personas que da muchas ideas y no actúa en soluciones? Al final del día, el éxito es el resultado de actuar. Continuamente, me llama la atención cómo una “gama de expertos” en los medios o en las organizaciones brindan miles de idea sin enrollarse las manos y llevar esas ideas a la acción. ¿Será por miedo a fallar o será que les da trabajo actuar? Ambas razones son negativas, pues para “ganar hay que perder”, por lo cual errar es positivo (al menos tratamos y logramos aprender). Y si es que trabajar les es oneroso, ya sabemos que son personas con quienes no debemos contar.
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4. ¿Te comunicas positivamente?
Escuchar es esencial para comunicarnos positivamente. En días reciente llamé a Auto-Expreso para conocer una información. La representante que me atendió, Daphne Arocho, me escuchó a la saciedad. Su tono de voz, su forma pausada de explicarme y brindarme más información de la que yo entendía que necesitaba, me llevó a solucionar mi situación a corto, mediano y largo plazo. Me sentí tan entusiasmada con la llamada que le solicité hablar con su supervisora, la Sra. Merced. En nuestra breve interacción, me agradeció por el impacto que tuve en la empleada al motivarla para continuar brindando experiencias de servicios de excelencia, y me recordó la posibilidad de que, al lado de cada profesional de excelencia, hay excelentes líderes.
Es sencillísimo sembrar lo positivo. Solo requiere enfoque, propósito y compromiso para cosechar los frutos.