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Opinión: La agenda del PPD

Lea la opinión de Armando Valdés

El 2019 es año preelectoral. Para el principal partido de oposición es un año crítico. El recurso más preciado que tiene cualquier candidato o colectividad es el tiempo. Habiendo una fecha cierta, el 3 de noviembre de 2020, luego de la cual no hay esfuerzo que valga, el Partido Popular Democrático no puede desperdiciar siquiera un día de camino a los comicios. La agenda del PPD debe ser estructurada y urgente. Propongo los siguientes puntos:

1-Entender qué representamos y comunicarlo de forma efectiva. Nótese que, a diferencia de quienes claman por una “definición”, yo planteo que nos hace falta principalmente comprender lo que representa el PPD. Eso de “definirnos” suena a que somos una masa deforme. Por el contrario, estoy convencido de que la base del PPD sabe qué representa. Son los líderes del partido quienes han perdido de vista que los populares somos puertorriqueñistas, valoramos la ciudadanía estadounidense y aspiramos a gobernarnos en nuestro país. Cómo se logran reconciliar esos valores y ponerlos en práctica sí debe ser objeto de análisis, y de debates internos y externos.

2- Abrirnos y ser más inclusivos. Como corolario al primero punto, estoy convencido de que una amplia mayoría del electorado, y particularmente la juventud, apoya la visión básica del PPD expresada arriba. El boricua quiere seguir siendo boricua, pero considera que parte de lo que nos define en este momento es nuestra relación con Estados Unidos, y el vínculo estrecho y familiar que mantenemos con los más de cinco millones de puertorriqueños que viven en alguno de los 50 estados. Eso no quiere decir que nos entendamos como criaturas indefensas, mirando la bandera americana y preguntándonos “¿qué nos haríamos sin ella?”. Por el contrario, los populares, y la mayoría de los votantes vemos el gran potencial de estar aliados con la economía global más grande, y de tener el poder y la voluntad para aprovecharnos de esas ventajas competitivas. Por ello, el PPD debe hacer un esfuerzo agresivo por allegar el apoyo de esos puertorriqueños, que, muy posiblemente, no se identifiquen como populares, pero que comparten nuestros valores fundamentales. Debemos, además, abrir las candidaturas a caras nuevas y a la diversidad del país, y fomentar que personas que la representen decidan aspirar dentro del PPD.

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3- Ser más exigentes con nuestros candidatos. Ante la alta probabilidad de que el PNP pierda las próximas elecciones, y de que un candidato o candidata popular gane la gobernación, la supervivencia del PPD está en juego. Lo peor que le podría pasar es ganar y caer en los mismos malos pasos del cuatrienio pasado o del presente. El electorado quiere ver un Gobierno que funcione, no uno que quede inmóvil ante las diferencias entre líderes de un mismo partido. Y puede ser esta la última oportunidad que le dé el puertorriqueño al PPD para gobernar. Es por ello que he apoyado vocalmente las primarias para todos los puestos dentro del PPD. Estas deben ser abiertas, no solo a quienes ya se hayan afiliado previamente al partido, sino a todos los puertorriqueños. Deben ser una oportunidad para escuchar el sentir de la base y para que todos los candidatos y candidatas a cada cargo electivo expresen con precisión su visión y sus credenciales para ocupar dichos puestos. Los electores primaristas debemos ser exigentes con ellos y ellas para asegurarnos de que tengamos en esa papeleta personas de quienes nos podamos sentir orgullosos y que estemos convencidos de que tienen la capacidad y la voluntad para gobernar bien en pro de un fin común.

4- Fiscalizar a la administración Rosselló. Por último, no podemos creer que por mal que le vaya al Gobierno actual, este se caerá solo. El gobernador tendrá a su haber, si logra atender los problemas de credibilidad que enfrenta en Washington, miles de millones de dólares para la reconstrucción de Puerto Rico y la reactivación de su economía. Si queremos lograr un país distinto, autosuficiente, con dignidad y estima propia, no podemos dejar que el PNP gane nuevamente La Fortaleza y el Capitolio. La fiscalización del PNP debe ser sistemática, organizada, disciplinada y coherente. Ha habido algunos miembros de la Legislatura que han hecho un buen trabajo de fiscalización, pero ha sido principalmente como parte de agendas individuales, y no ha tenido eco ni calado. Derrocar este Gobierno requerirá de una orquesta, haciendo causa común en el fiel cumplimiento de su deber constitucional, y no de solistas procurando únicamente brillar por luz propia.

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