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Opinión: Bad Bunny policial

Lea la opinión de la periodista Mariliana Torres

Bad Bunny estuvo en su tierra, hizo ruido, bailó y le contestó a los que lo mortificaron. No llevó a cabo la tercera ni la cuarta función que, de seguro, reventaría el plató de espectáculos, pero sí capto la atención de todos, especialmente la del gobernador Ricardo Rosselló.

¿Saben ustedes cuántas personas a diario piden audiencia con el gobernador para sentarse a hablar de asuntos importantes? Incluso, a algunos alcaldes se les hace difícil, y no estoy hablando precisamente del actual, pues siempre, debido a la cargada agenda del mandatario, es difícil conseguir una reunión.

Pero el joven artista tiene las puertas abiertas para hablar de educación. Quizá sus ideas aporten, pues tonto no es y no está ajeno a la realidad. Pero la invitación del gobernador Rosselló ocasionó indignación en diversos sectores.

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Catalogada como falta de respeto a los expertos, que siempre, en disposición de aportar, nunca se les escucha. Falta de respeto también a las organizaciones magisteriales que tienen que lanzarse a la calle para captar la atención. En el Palacio Santa Catalina se logró lo que se quería… captar la atención con una estrategia de comunicación millennial que desviara la atención de los problemas que realmente aquejan a nuestro país. Llamó la atención también de la prensa y colocó la noticia en la lista de las más leídas.

Contenido absurdo o no es indispensable que se entienda la responsabilidad que se tiene al publicar historias cuyo fin es la desviación para agitar masas y que cada cual exprese su opinión. También ese objetivo se logró.

En el mundo del entretenimiento, se convirtió la noticia en espectáculo, precisamente a lo que está acostumbrado el Conejito Malo. Sus millones giran en torno a las redes sociales y el respaldo masivo a la temática fuerte, grosera y vulgar. A todos nos colocó de cabeza. Mis estudiantes me lo presentaron. Quedé pasmada al escuchar su presentación en un programa norteamericano. Los gritos ensordecedores de sus seguidores, el aplauso masivo y ensalzamiento del afamado presentador retumbó en mi cabeza. Hay que aceptar que son otros tiempos de la comunicación y la información.

Ahora, lo que me preocupa es que no se atienda lo que va más allá de la sala de espectáculos. Indignante es que la Policía de Puerto Rico no tenga una explicación creíble para explicar lo mal que investigan.

Tiemblan las rodillas pensar estar involucrado en una situación policial y que uno no pueda defenderse por culpa de una investigación deficiente.

El empleado fallecido de la Autoridad de Energía Eléctrica es una víctima más de decenas de casos cuya investigación no cumple con los criterios. Este caso no se puede despachar tan campante. La prensa debe mantenerlo vivo en los medios de comunicación para exigirle al Gobierno que sancione al deficiente y se corrija la situación inmediatamente.

Aquí la cola de la deficiencia golpea a la llamada reforma policial, cuyo mandato exige cambiar protocolos y los antiguos módulos de enseñanza en la academia. Los policías con amplia experiencia se retiraron y ahora entre recorte y recorte no se dedican suficientes horas ni a la enseñanza ni a la investigación y, mucho menos, a la supervisión.

¿Cómo es posible que los agentes a cargo de la investigación no hayan abierto el baúl del vehículo? Cuando realizan allanamientos en carros, eso es lo primero que inspeccionan. Peor también clasificar el caso con un simple desaparecido.

Me compadezco de sus familiares, quienes, tras sufrir amargamente su desaparición, ahora tienen que lidiar con una investigación deficiente para poder conocer qué le ocurrió a su pariente. El informe de autopsia hablará y revelará si pudo haberse salvado. Esperando que el Instituto de Ciencias Forenses haga su labor y no se olvide de que el desaparecido fue hallado y tiene familiares que esperan su cuerpo para darle sepultura.

A Bad Bunny le pido que también se indigne con este caso; quizá le hagan caso.

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