Este fin de semana tuvimos la visita en Puerto Rico de las “Reliquias del Buda”. En la tradición del budismo tibetano “reliquias” son formaciones cristalinas que se encuentran entre las cenizas de grandes maestros luego de su cremación. Se considera que dentro de estas formaciones, que a veces parecen cristal, a veces piedra y otras resina, está guardada la energía de amor incondicional, compasión y perdón que esos seres desarrollaron a lo largo de sus vidas. Entre ellas se encuentran las de Gautama Siddhartha, a quien hoy conocemos como el Buda. Como podrán comprender, esta colección tiene un valor histórico y espiritual incalculable.
El día de la apertura, antes de abrir las puertas al público, nuestro maestro, el tibetano Yangsi Rinpoché, nos explicaba la importancia de la bendición que todos recibiríamos luego de ver las reliquias, ya que a cada persona se le colocaría sobre la cabeza una muestra de ellas. “Cuando reciban la bendición,” nos explicó, “visualicen a personas que ustedes sepan necesitan esas bendiciones para que se las hagan llegar.”
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En ese momento pensé en familiares y amistades, que sé que están pasando por momentos difíciles. Pero para mi sorpresa, la figura que saltó a mi mente con más prominencia fue la de Donald Trump. Y digo para mi sorpresa porque últimamente cambio el canal tan pronto lo veo, porque el solo escuchar su voz me desagrada. Le comenté a una compañera del centro budista lo que había experimentado y su reacción fue casi visceral, “¿Y por qué vas a bendecir a Trump?” Y lo primero que me vino a la mente fue: “Porque si él está bien, todos estamos mejor.”
No he conocido una sola persona difícil, soberbia o cruel que sea feliz. A Trump lo veo como un niño herido que ataca constantemente porque no conoce otra forma de encontrar su paz. Y hay muchos como él. Te invito a que a todas las personas que te desagraden de alguna forma, les envíes bendiciones y deseos de felicidad. ¿No sería eso lo que quiso decir Jesús cuando nos pidió amar a nuestros enemigos?